
Este año tengo tres números distintos, y creo que me van a tocar los tres XDDD
El Gordo en el número de Higuera. Sólo es una participación de 5 euros, pero hay tantas de esas repartidas por el mundo entre gente conocida que mola más. Los premios compartidos son más emocionantes.
Los otros dos números son el de la empresa y un regalo. Así que también los comparto con gente conocida, por lo que también tienen que tocar!! =D
Puestos ha hacernos ilusiones, yo me las hago a lo grande!! XDDD
ACTUALIZACIÓN!
Vale, tengo que reconocerlo, mis previsiones no han sido nada acertadas. Pero ni un poco!! XDDD No solo no me han tocados los tres números, sino que no me ha tocado ninguno! XDDD
En fin, habrá que esperar al año que viene. Estadísticamente, ya queda menos para que me toque XDDDD
...por ella...
Todo permaneció en un silencio oscuro y pastoso, más pesado que el bloque de acero que abrían cada día, a la hora del recreo. Yo permanecí en silencio también. Nunca antes había estado tan inmóvil y sé que nunca podré volverlo a estar, pero aquella vez me salió bien. Conté en mi mente, pero sin emitir siquiera el ruido del pensamiento. Cuatro tres dos uno. E inspiré justo cuando las alarmas empezaron a sonar. Supe que entonces era mi momento, porque la salida estaba muy cerca, así que me arrastré y me arrastré y me arrastré.
No me costó nada arrancar la reja de salida: contaba con la ventaja de saber que, igual que la que había usado para escapar de mi celda, la que daba a la calle siempre había estado suelta. Al caer en la acera hizo el mismo ruido, el mismo, exacto. Entonces fui yo quien caí. Caí al suelo mientras caía en la cuenta de que no coloqué bien la reja de la enfermería al escapar. Así que no paré de correr en todo el día, por si seguían buscándome. Aunque, ¿por qué iban a hacerlo? Después de todo, yo no soy reclusa. Hubiera sido más fácil presentar simplemente mi dimisión como psicóloga funcionaria de prisiones. Pero, ¿dónde habría quedado la emoción de la huida?

Fíjate que digo "fabuloso". Ni estupendo, ni maravilloso, ni magnífico, ni perfecto. Porque todo eso sería imposible: habrá días malos, grises y accidentados, seguro. Pero que sean siempre fabulosos, de fábula, de esos que merezcan la pena vivir. Que te enseñen algo, una moraleja, o una frase o un camino para no seguir por él. Que sean un cuento. A veces, un cuento de hadas, y tú allí de princesa. Y otras veces tú de bruja, o tú de espectadora o, por qué no, de narradora. Y otras veces, una novela policíaca, una historia de miedo, un monólogo del club de la comedia, una página en blanco, una carta de amor, un cuento chino. Pero que al final en tus ojos se pueda leer la fábula de tu vida.
No te preocupes, no es una tarea tan dura: el cuento no lo escribirás sola. Yo te ayudaré, te daré ideas siempre, pero no quiero que siempre las cojas. Quiero que tú también inventes. Que pruebes. Que experimentes. Que me lleves la contraria. Que te equivoques. Que yo me equivoque, y tú te des cuenta, y me superes. Y habrá otros dispuestos a marcarte un guión: tus amigos, tus maestros, tus enemigos, tus jefes, tus empleados, hasta los extraños que te cruzas por la calle. Lo bueno es que tú eres la única que tiene en su poder los folios y la pluma para escribir esa historia. Lo bueno es que siempre se puede tachar lo que no te gusta, pasar página, hacer borrón y cuenta nueva. Siempre hay una hoja en blanco más. Aunque las frases tachadas no se destruyen. Esto no es una pantalla de ordenador, querida. Y casi mejor, a veces nos gusta releer incluso lo que hemos desechado. De eso, casi siempre, es de lo que más se aprende.
Lo siento, yo tampoco te puedo decir mucho más de lo que será la fábula de tu vida. Te puedo recordar el principio: este día, esta hora, tu carita roja y arrugada, la pulsera de plástico diminuta que te ha atado a la muñeca para que no te pierdas entre otras pequeñas, las lágrimas de alivio de papá, las sábanas de este hospital. El resto es tuyo. Desde aquí hasta que dure. No importa cuánto. Pero querida, hazme caso, que merezca la pena. Que sea fabuloso.
foto
silenciosos, entre sábanas.
Temblando, empaquetados en sonrisas
y en caritas rojas, y en tus manos de seda.
¿Te cuento un secreto?
Me encantan tus secretos,
tus secretos desvelados,
desvelarte mis secretos
y guardarnos los secretos labio a labio.
Será que tengo gasnas ya de hormiguitas por mi espalda y de andar despacio por la tuya ;)

Al final ha tenido que tocar con una rodilla el suelo mientras vomitaba. Ahora, apoyada en la pared de metacrilato rosa fucsia del cuarto de baño, está segura de que aquella bruja de la barra que tanto la envidia le puso algo en la bebida. Ni siquiera la había invitado, la muy bruja. Normal porque, de no haber tenido que pagar, hubiera sospechado al instante.
Al otro lado se ven las sombras intermitentes de la gente, como enanos distorsionados, moviéndose y gritando sin parar. Ya nadie quiere descansar después del trabajo. Es lo que tienen los viernes. Seguro que muchos de ellos, siete, o setenta, o setenta y siete, por ejemplo, estarían dispuestos a salvarla, a recogerla incluso en ese estado miserable, a llevársela a su casa y metérsela en su cama. Así son los enanos que se agitan al otro lado de la pared.
Son las cuatro de la mañana, el móvil vibra en un diminuto bolsillo de su diminuta falda y le hace cosquillas en el muslo. Las cuatro de la mañana.

El nombre parpadea entre una luz amarilla que va y viene. Prince es solo el nombre de la discoteca donde lo conoció, el de él no lo recordaba cuando anotó su teléfono. Es una pena: sus besos podrían sacar de un hechizo de sueño infinito o resucitar de una muerte fingida. Descuelga, en busca de esa resurrección:
-No te vas a creer lo que me ha pasado. Estoy hecha polvo...
-¿Qué dices? Oye, hay mucho ruido ahí... pero sí, sí, te llamaba por eso, por si echamos un polvo...
-Pues eso...
-¿Oye? No sé que dices, pero venga, Blanquita, princesa, cógete un taxi, que yo casi estoy llegando a casa. No esperes el autobús, eh, vente rápido para acá, que este finde estoy sin padres. Te va a encantar.
Sí, le va a encantar. Con Prince siempre le encanta. Mientras espera el taxi piensa que a lo mejor algún día son felices y comen pizza fría para desayunar.
Fotos 1 y 2
Madrid 2008 from Timelapses.TV on Vimeo.
La musiquita es un poco rayante, pero el vídeo refleja esa sensación de velocidad del día a día, me gusta mucho como está hecho.
Me encanta a la velocidad que sale disparado el metro, y los aviones, que tardé un buen rato en saber qué eran (me parecían estrellas fugaces!! XDD). A veces no se sabe muy bien si se ven nubes o humo, pero eso también pasa a la velocidad normal de las cosas!
¿Os dais cuenta de que los coches van igual de rápido por la M-30 que por Gran Vía o Castellana? XDDDDD

Al día siguiente, ella le habló de las ventajas del riesgo. Sentados frente a frente en el borde de la cama, se cogieron de las manos, se entrelazaron los dedos, sus dedos de escarcha con los dedos de carne de él.
Tenía razón: sus manos no aguantaron el calor. Pero se equivocó al pensar que desaparecería. Se abrazaron y la escarcha de ella se fundió lentamente con la piel de él, primero en los dedos, y luego en todo lo demás. Cuando despertaron ya era imposible saber quién era quién, y la escarcha y el calor se habían vuelto irreconocibles.

Oyó el crujir de la puerta al cerrarse y sintió un escalofrío. Hacía tiempo que no dormía. Se quedaba traspuesto a ratos, sí, y daba cabezadas para no volverse completamente loco, si es que no lo estaba ya. Pero aquella maldita frase se repetía cada noche. Sus labios la susurraban, dando por hecho que él no podía oírla. Y luego cerraba la puerta despacio y sus tacones tintineaban contra las baldosas del pasillo.
Hacía meses que le vigilaba, y estaba convencido de que no podría escapar. Tarde o temprano no despertaría. Y había llegado a la conclusión de que era mejor no esperar más, así que cogió aire y suspiró, casi de alivio, al cerrar por completo los ojos, al dejar la mente en blanco, al saber que al fin era el momento de descansar. Estaba tan débil que no tardó más de dos minutos en desligarse del mundo real.
Por primera vez desde que llegó a la casa, aquella noche no oyó sus tacones golpeando de vuelta la oscuridad de la noche unas horas después. En realidad, daba lo mismo: cuando decidió abandonarse al sueño sabía que lo más probable era que no volvería a oír nada más.
El CuentaCuentos, y me he apuntado:
ellos te dicen la primera frase y
tú escribes con ella un relato.
Este es el primero. Me gusta el juego! =)}
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Quince mil personas (dicen las agencias), un montón de temazos de los de siempre, muchos saltos y mucho sudor cerca del escenario... pero lo que me apetece contar es lo que para mí lo hizo diferente, y grande.
No sé vosotros, pero yo nunca había visto un cantante que se permita el lujo de despedirse antes de que acabe el concierto. Y sí, ese es el Robe. Empiezo por el final, porque a lo mejor así se entiende de lo que hablo: termina el bis, Robe se descuelga la guitarra y sale del escenario diciendo adiós con las manos. Y deja dar rienda suelta a Uoho. Serían diez minutos de solo de guitarra, de carreras por el escenario, de piques con el batería, de todo el equipo técnico bailando en el escenario. A mí esas cosas me rayan, pero no cuando a la guitarra está Uoho.
Ese sonido a Platero es inimitable, inigualable e inalcanzable. Por lo mismo que aquella vez que escuché Por mí (¿tendría 13, 14 años? Me lo pasó Blanca una tarde, cuando salíamos de natación) supe que me quedaba con eso y desechaba a Ricky Martin. Y allí está él, Iñaki Antón, dando patadas a los micros, subiéndose a la batería, y recibiendo aplausos bajo los focos cual dios.

Y eso me lleva a otro momento: al de Robe, diminuto en un escenario gigante, iluminado en amarillo y con los 15.000 abajo preguntándole a gritos cuánto más necesita para ser dios, dios, dios.
Y los gritos me llevan a otra cosa, la más impactante para mí: en todos los conciertos que he visto en el Palacio de los Deportes, nunca se había dado el caso de que la gente gritase más alto que el cantante. Aquí sí. "Tan, tan, llaman a la puerta otra vez, ya va, quién es". Me quedo con esa frase. Fue sentir dentro, más alto que los golpes de la música, los golpes del público. Mereció la pena.
Al final ha quedado esto muy largo y no he contado ni una mínima parte de cómo fue. Pero bueno, para no aburrir, lo resumo con una frase que, curiosamente, no es de Extremo, aunque podría ser, sino de un cantautor, Carlos Chaouen: Esta noche, que es un año en el infierno.

Si queréis datos más fiables, canciones y eso, os recomiendo la crónica de Diario Crítico (de donde he sacado la primera foto, la otra es de EFE) o la de Soitu porque casi todos los demás medios han hecho informaciones del concierto del viernes en lugar del sábado. Perdonad por los vídeos, son muy malos... supongo que no es fácil grabar nada en medio de esa locura!
sucede que me canso de su piel y de su cara...
Empiezo a solas,
sigo por ti
y no comprendo nada,
desato tormentas sin rechistar,
sácame algún día del corral, necesito salir...
.
Menos mal que al final siempre sucede que se me ha alegrao el día...
Lo cierto es que si estoy quemada siempre escondo un corazón helado, aunque esta vez no me siento mejor si sé que tengo una estrellita pequeñita pero firme...
En fin, escuchad, saltad y desahogaos. No hay como sudar, saltar, cantar a gritos, para desahogarse. Luego, después de que ese sudor lo haya limpiado todo, las cosas se ven de otra forma. A mí me pasa.


y nada me parece
la mitad de perfecto
como cuando tú estabas aquí...
{M-Clan}
Te dejo. Te dejo que me des el beso de buenas noches en cualquier lugar entre tus labios y mi piel. Te dejo que me acaricies hasta que se me ponga la piel de gallina con cada uno de tus gestos. Te dejo que me enredes el pelo entre tus dedos. Te dejo convertirte en lo último que vea antes de quedarme dormida y en lo primero que bese cuando suene el despertador. Te dejo colarte entre los huecos de mi vida, o entrar en ella a puertas abiertas, hasta que la llenes y la invadas. Te dejo que me hables al oído, que te mires en mis ojos, que rodees mi cintura, que pasees por mis sueños. Y que el sueño seas tú mismo. Te dejo que te enfades y te rías, que hagas preguntas para no ser nunca contestadas, que respondas antes de oír las dudas. Te dejo que te quedes esta noche, y todas las noches, hasta que te quieras marchar. Te dejo que te marches y me des el gusto de esperarte de nuevo. Te dejo que me esperes. Te dejo que me beses. Te dejo que me abraces. Te dejo que me pienses. Te dejo que te dejes. Te dejo que me quieras, si tú quieres.

Desde esta mañana. He esperado durante 45 minutos bajo la lluvia porque el Chikitren no funcionaba, no habían puesto autobuses del servicio especial ese que ponen cuando hay averías y los autobuses normales iban tan llenos que no paraban.
En la acera había tanta gente que hemos tendido que invadir la carretera: la policía estaba cabreada y nosotros más; al fin y al cabo ellos estaban trabajando y nosotros no podíamos llegar a ningún lado. Lo triste es que Colonia Jardín debe estar, como mucho, a 15 minutos andando de Ciudad del Cine, pero hay que andar por la autovía. Esto es Madrid, la gente conduce como si estuviese en la jungla, o en una situación de vida o muerte, con la ley del más fuerte. Y un coche siempre es más fuerte que yo. No estaba por la labor.
Al final me he colado en un autobús de Telemadrid y he llegado una hora tarde al trabajo. Y tengo frío desde entonces. Hasta me he bebido un té.
El resto del cuerpo me da igual, pero los pies no los siento, y eso que llevo botas. Quiero irme a mi casa y meterlos en agua calentita, odio tener los pies fríos .
Y no, tampoco me gusta el Frigopie. Es simplemente un petitsuis congelado.
Vale que nadie sabe de quién hablo cuando hablo de ellos. ¡Pues ellos se lo pierden! Ya lo tenía claro, pero después del sábado, más. Son los mejores, y no admito réplicas.
Con esa sonrisa sobre el escenario. Con esa energía. Con esa forma de cantar. La de Jose, y la del resto. Con esa forma de tocar. La de todos. No es fácil encontrar un grupo -el sábado, siete personas- en la que todos son buenos. Muy bien elegido lo de eres buena gente, en todos los sentidos.
No sé como contarlo: la alegría que te recorre el cuerpo cuando les escuchas se multiplica por mil cuando les escuchas en directo, y bailar, cantar, aplaudir, gritar y emocionarse se vuelven uno.
Será que me venden el reino de la alegría. Que estar en el concierto tiene la emoción de pisar por donde ellos pisan. Que es verdad que subes alto, hasta las nubes, que aunque no tengan caballo, te enseñan a galopar, que ya solo te sale decir que quieres bailar. A mí me pusieron el nudo marinero en el corazón, seguro que sintieron que han ganado, porque todo el mundo se contagió con su ser.
Y más: una maqueta, un disco y otras canciones que no sé de dónde salieron, pero que espero que se queden ahí.
Pues eso, que lo veáis vosotros mismos, a ver si me entendéis!! Que merecen la pena!!

Pero lo importante es que el curso sigue ahí. Van cuatro. Muchas caras conocidas, y muchas nuevas. Lo bueno es ver que las caras conocidas no cambian nunca. Hay cosas que no cambiarán nunca y, en este caso, eso está bien.
La casa de la espiritualidad es ahora más espiritual todavía. J.C. más simpático. La fiesta más reducida. Los cortos más numerosos. Pero por lo demás, todo sigue allí: la escalera llena de azúcar, los cubatas de Los Olmos, la tensión del montaje, Fuensanta, Joan, Emilio, Pedro, Fulgen, Álvaro, Toni, Rafa, Arístides, los cortos de Javi Abenza, la queimada, Y, claro, Simón.
Yo no soy especialmente cinéfila, lo sabéis. Pero a veces creo que el curso de cine es el momento más importante del año. Supongo que marcó un antes y un después. Estoy deseando llegar esta tarde a casa para ver Despiertas.
Sí, otra vez =)
Ahora que la colección me rebosa, solo puedo pensar en aquella canción. Me encanta conocerte cada noche para elegir retales nuevos una mañana tras otra. Conocerte cada noche es lo que más me gusta de ti.

{Huecco}
Miraba atrapando mis ojos, igual que dos gotas de mercurio tienden irremediablemente a juntarse en un todo. Y la fuerza de aquellos ojos, me daba la impresión,

Me sentí flotar. El peso de su mirada hacía descaradamente liviano todo lo demás. Tuve suerte, creo yo, de tener el colchón de sus brazos. De lo contrario, hubiera chocado de bruces contra un universo de angustias. Ahora lo veo claro: sus ojos me hubieran lanzado cadenas si hubiese querido escapar. Por eso, hice lo único que merecía la pena: perderme en sus ojos, como si el mundo terminase allí.
Y en verdad los suyos eran unos ojos para un final feliz del mundo.
A lo mejor es porque todo aquello fue al principio de verano, y ha quedado como en el olvido. Luego agosto fue un paréntesis en toda esa vorágine, y en septiembre todo ha transcurrido lentamente: un día trajeron las camas, otro instalaron la cocina, que fue completándose por partes hasta la llegada del frigorífico. Subimos el sofá. Colgamos estanterías. Intentamos hacer funcionar la Telegatzi cedida por Alberto. Rellenamos huecos con cosas que estaban cogiendo polvo en el pueblo. Todo como por fascículos, hasta la llegada de mi armario, que ha sido lo último.
Pero este fin de semana ha vuelto la locura. Hubiera dicho que mi ropa cabe en una maleta, pero he comprobado que es mentira: por lo menos hacen falta cuatro o cinco, además de muchas bolsas, e incluso una caja de cartón tamaño tele de plasma de 50 pulgadas. ¡¡Es increíble la de
El caso es que ha llegado el Día de la Independencia. Ayer me di mi primera ducha en la ducha nueva, me hice la cena en el nuevo microondas, fregué los platos en el nuevo fregadero de la nueva cocina y he dormido en mi nueva enorme cama (eso sí, tan hecha bola como siempre, en una esquinita XDDD).
Tardo unos cinco o diez minutos menos en llegar al espacio diáfano, lo que no significa llegar antes a casa, porque mi madre me obliga a pasar por casa a la salida a recoger un taper lleno de comida.
Y esta última frase me lleva a dos reflexiones, con las que cierro este post y dejo de daros la lata:
1. Las madres siempre están convencidas de que si no comes su comida te vas a morir de un momento a otro (por mí mejor, porque mi madre es la persona que mejor cocina del mundo, ni estrellas michelín ni nada, aquí no admito discusiones, nunca lo confesaré, pero me gustan hasta sus lentejas).
Y 2. necesitamos urgentemente una nueva palabra para distinguir mi casa (la nueva, la de la independencia) y mi casa (el hogar familiar), porque si no, ni entre nosotras tres nos entendemos!! XDDDD

Le tuvimos cerquita, cerquita ese día. Tan cerca como para sacarle así de bien en las fotos ;)
Con el pelo suelto y loco, y con la camisa blanca. Y sobre todo con esa voz de misterio que lo envuelve todo desde el humo del escenario. Se me quedaron grabadas algunas frases. Chaouen siempre es grande en frases.
El otro día, de casualidad, entré en su web y resulta que han colgado un trocito de ese concierto, de esas canciones nuevas. Y bueno, creo que todo el mundo se merece oírlas, así que os dejo el vídeo, por si alguno no lo ha escuchado todavía (os estáis perdiendo a un poeta!!)
Creo que me estoy volviendo flamenquilla! XDD porque la mejor con muchísima diferencia me parece Este querer... seguida de cerca por El tiempo.
A ver cómo lo veis vosotros... ;)
Es ver a un Francis que recita y que actúa y que baila y que toca además de cantar. Que se cubre de negro y purpurina -con liguero rojo incluido- para bajar del escenario y cruzar entre la gente, y para elegir de entre el público a su pareja.
Es una provocación en sí mismo, una mezcla de sexo, ternura y misterio, y deseo por todas partes.
Sobre todo es mucho más rock, y mucho menos suave. Pero las mismas frases inconfundibles.
Os dejo tres cosillas, para que os hagáis una idea del concierto del sábado:
*La que para mí es La Frase de Doctor Deseo:
*El gran descubrimiento del concierto
*Y algunos datos más en AchoRock
Evitaba tocarla. Tenía miedo de que se acabara la magia si por fin su piel adquiría un tacto fuera de la imaginación, aunque en realidad sabía que el simple hecho de saber sus latidos le empujaría irremediablemente a un laberinto imposible. El mismo laberinto en el que se había metido la primera vez que la vio, y del que sabía que ni podía ni quería salir. El laberinto de reconocer que era ella, y que estaba allí, y que no podría deshacerse de su imagen jamás.
"¿Te acuerdas cuando nos besábamos por las esquinas, sin buscar motivos y sin poner excusas? Adoro que sigas rozándome el cuello con los labios cada vez que me descuido y que vuelvas a soplarme entre los dedos esta noche. Lo supe, lo tuve claro, te reconocí en aquellas manos extrañas, en aquella boca nerviosa, en aquellos gestos ajenos al mundo, a la vida y hasta a mi risa. Te hubiera encontrado, de todos modos. Tarde o temprano, te hubiera encontrado".
Aquellos días la había soñado como si fuera un imposible y, sin embargo, con la tranquilidad de quien sabe que está en lo cierto. Como una carretera sin señales y que a pesar de todo podría recorrerse mil veces llegando siempre a tiempo al destino. Después su pelo se convirtió en un mar de algas acariciando su espalda, y la sal nunca recuperó su sabor original, se quedó con su esencia irremediablemente.
"Por eso dejó de importarme, y dejó de importarte a ti también. Me parecías imposible y sin embargo, tus besos llegaron al torcer una esquina, sin más. Y con ellos el laberinto de tu piel, los círculos concéntricos de tu ombligo y tu risa... ¡esa risa! Supe que algo había cambiado aquella noche. Y todo lo cambiaste tú".
La luna llevaba algunos siglos sin reírse, porque Sevilla se había vuelto más oscura con el tiempo: señoritos de cortijo sin caballos, sevillanas de academia, carros sin gitanas y un palco de honor para ver pasar a la Macarena. Entonces oyó el estruendo.
Estaban abajo, entre el gentío, pero como en otro mundo. Mitad humanas, mitad estrellas, las figuras corrían de arriba a abajo entre alborotos, dejando una estela a su paso.
La ciudad ardía en cirios. Pero la luz de sus siluetas se veía por encima de los pasos, más alta que los picos afilados de los capuchinos. La luna abrió más los oídos, porque no creía lo que ocurría allí abajo, entre la solemnidad. Las ruedas de un carro crujieron como si no se hubiera usado en años, y era verdad: los que se habían subido en él en los últimos tiempos no tenían nada que ver con la cola de risas que lo ocupaba ahora.
Luego empezaron a florecer azahares en el parque de María Luisa y la luz, como si fuera pleno día, dibujó siluetas en los azulejos de la Plaza de España. Sonaron palmas sobre el puente de Triana en el instante en que la luna comenzó a sentir que volvía a recuperar una parte de su cara.
Salió el duende. Y el color especial. Las siluetas de estrella se deslizaban de Santa Cruz a San Telmo como torbellinos inofensivos de agua mezclada con coral. Tal y como había esperado, la luna les vio colarse en la catedral por el patio de los naranjos y comprobó que la Giralda también sentía cosquillas cuando apoyaban sus pies en la rampa pulida a fuerza de pasos y de años.
Nunca llegó a saber si al final habían robado el tesoro, o habían estropeado un cuadro de Murillo, o simplemente se habían apoyado con demasiado ímpetu sobre alguna de las vitrinas de cristal blindado y sensor de movimientos ultraligero. Pero aquella noche que sonaron las alarmas de la catedral, la luna volvió a reírse sobre la Giralda.
Foto: la luna de la Giralda, Sevilla, marzo 2008
es que, cuando vuelve a ponerse
en marcha, se mueve aún
más rápidamente
para recuperar lo perdido..."
¡¡y eso sí que es verdad!! XDD
Pues sí, el día ha llegado, y aquí estoy yo, haciendo como que trabajo y en realidad dedicándome al blog desde el puto espacio diáfano, nuestra nueva sede, en mi segundo día en ella.
Dejando al margen que el puto espacio diáfano está en el culo del mundo (más exactamente en el culo del mundo que se llama Ciudad del Cine), ayer me planté allí -después de una hora de transporte público, ¡qué maravilla!- a las 8:30, como una campeona, para encontrar un edificio monísimo, todo acristalado, así muy nuevo y muy fashion.
La cuestión es que yo esperaba encontrar dentro periodistas y encontré un número indeterminado de obreros. Y sí, amigos, lo que ocurre es que el puto espacio diáfano es tan diáfano, tan diáfano, que está vacío, porque aún está en obras.
En una esquina del espacio en cuestión hay una mesa con nuestros ordenadores -el mío estratégicamente colocado gracias al gran Carlos-, y poco más: una cocina sin nevera, ni microondas, ni sillas, ni cubiertos ni nada, unos estupendos baños sin puertas, varios despachos con las sillas y mesas envueltas en plástico y mogollón de electricistas pelando cables, de pintores pintando paredes y de señoras limpiando por todas partes.
Internet solo funciona a ratos y hasta ayer por la noche no se encendía la luz en nuestra zona. Todavía no se ha hablado de cómo va a terminar el tema de los horarios. Y a los jefes volver de vacaciones también les da depresión postvacacional. En fin.
Lo de que todas las paredes sean ventanales me encanta, hay mucha luz, parece más grande y más diáfano todavía. Solo que aún no funciona el aire acondicionado y por esas cristaleras entra un sol impresionante que hace que a partir de las once de la mañana el calor sea insoportable.
Así que sí, me quejo. No me gusta el puto espacio diáfano. He dicho.
¿qué camino prefieres: el de las agujas o el de las alfileres?
-Iré por el camino de las alfileres...
Aquella vez, Caperucita decidió no escuchar al lobo. Ya se había aprovechado de su mirada callada demasiadas veces, no estaba dispuesta a que devorase a la abuelita una vez más. "Esta vez, yo iré por el atajo", pensó, y eso fue lo que le dijo.
El lobo se quedó desconcertado, mirando como la niña le daba la espalda y se adentraba en el bosque por aquel sendero salpicado de piedras. A Caperucita le temblaban las piernas en cada paso, pero no bajó la mirada. Y se dio cuenta que, incluso desde tan lejos, con la cabeza bien alta, era capaz de distinguir la torre de la casa de la abuela.
"Esta vez yo..., esta vez yo...", se repetía por el camino. "Esta vez yo lo único que puedo perder es al lobo de vista". Caperucita sonrió y se sintió a salvo.
La foto, en Higuera, en diciembre de 2007
La frase la oí hace años en la peli Jin-Roh

Reencontrarte una mañana, nada más abrir los ojos, envuelto con tu mar y con tu arena y con mi risa. Reencontrarte por casualidad entre los pliegues del colchón, acurrucado en mi regazo. Reencontrarte en las líneas de mi mano, y dibujarte.
Dibujarte con palabras infinitas, más largas que el primer beso, más ciertas que un sueño, más precisas que tus dedos cuando trepan por mis piernas. Dibujarte a golpes de saliva congelada en nuestro ombligo. Dibujarte como si no hubieras existido, y descubrirte.
El escritor Luis Sepúlveda se preguntaba hoy en un artículo en el diario Público "de qué sirve" desde un "punto de vista informativo" utilizar a los afectados y las imágenes de su dolor para explicar la tragedia. En su opinión "algo hay que revisar en la manera de hacer periodismo", porque "no vale todo para mantener la cuota de pantalla, y menos aún cuando cientos de personas pierden a seres amados y sólo les queda el puro dolor".
Estoy de acuerdo. Ayer la redacción se convirtió en un constante ir y venir de lágrimas, de gritos de dolor, de historias que dañan lo más profundo del alma con solo escucharlas. Y no solo la redacción: los periódicos que circulan por el metro, la radio que tenía puesta Julio cuando atravesé el portal, la tele a la hora de la comida, de la merienda, de la cena, del desayuno de hoy.
No puedo con tanto dolor. Estoy saturada. Y lo que más miedo me da es que, de tanto oír llantos, al final los llantos dejan de dolerte. Si me pasa a mí, supongo que también le pasa al resto. Por lo mismo que no nos morimos de la pena cuando sale el último recuento de los muertos de Irak, ni cuando vemos los tanques arrasando Georgia, o a los niños africanos hinchados de hambre, y tantas tragedias más...
Viene a decir Luis Sepúlveda que los medios mandan a sus becarios a preguntar directamente a quienes vean sufrir quién se les ha muerto en el avión. No me gusta la referencia a los becarios, suelen ser tan profesionales como los mejores periodistas. Pero ayer acabé gritando a Leo que no me puedo creer que se meta un micro a alguien que llora desesperado para preguntarle "¿qué te falta?". Me indigno. Me siento cómplice, porque también soy periodista. Y me avergüenzo.
A veces no sé si soy mala periodista porque me parece lamentable el trato que se da a quien sufre y porque sería incapaz de preguntarle a una viuda qué siente al perder a su marido, o a una madre qué siente al perder a su hijo, o a un hijo qué siente al perder a su padre. "¿De qué sirve?". Me quedo con la pregunta de Luis Sepúlveda.
Estoy un poco harta del periodismo del "todo vale". Soy una fiel defensora del derecho a la información, lo considero un derecho fundamental, trabajo por ese derecho a diario. Pero algunas cosas, como sacar por activa y por pasiva el sufrimiento de estas personas, deberían anteponerse al derecho a la información. Sobre todo porque el uso de ese dolor no informa absolutamente de nada... Vamos, creo yo.
(Perdonad la chapa, pero llevo dos días y medio en los que mi vida se ha reducido a hablar y escuchar sobre el accidente. A veces pienso que cuando soñé con el periodismo no soñé con esto, no sé…
Lo mismo, pero más informativo, más corto y menos indignado, lo he publicado en El Plural. Por si todavía os quedan ganas… De todas formas, me gusta más esta versión 2.0 =)
La foto, de la edición en papel de Público

Y yo nunca he sido muy deportista, ni de ver ni de practicar, pero llevo unos días que me trago todo: el baloncesto, el voley, el tenis, el ciclismo, el atletismo, la gimnasia... y, por supuesto, la natación sincronizada =D
Ya he hablado unas cuantas veces por aquí de Mengual y Fuentes, me fascina ese deporte, me parece imposible. Llevo tres días haciendo aunténticos ejercicios de escaqueo vil para ver las pruebas de dúo, que han sido a las 9, y hoy que era la final casi me lo pierdo por culpa del curro!!! XDD
Menos mal que he llegado a tiempo. Porque ha sido ESPECTACULAR.

Bueno, yo no me creo lo de que una imagen vale más que mil palabras, pero en este caso, un vídeo vale más que mis explicaciones cutres. Así que, ved sin falta su ejercicio pinchando aquí!!
También os recomiendo leer la crónica de TVE, la redactora es muuuuucho más experta que yo! XDD

Supongo que ni una cosa ni otra son del todo ciertas, pero era casi la una, hoy tenía que levantarme a las siete y media y llevo un mes desconectada de la vida real. La depresión postvacacional era inminente. Y no tenía sueño. Y es más difícil dormir con un olor que con un cuerpo.
Al lío. Que seguí pensando en lo de volver a los sitios a los que te apetecería volver (al sofá el domingo por la mañana, a la casa nueva a la hora del aperitivo, a Mazarrón, a Higuera... sí, creo que va en ese orden) y a los que no te apetece ni lo más mínimo volver a pisar (esta redacción, también por ese orden). Y lo que saqué en claro es que, antes o después, voy a volver a todos.
Para los que me apetecen falta un poco más, a la redacción he vuelto esta mañana. Tampoco estoy tan deprimida ni tan postvacacional, para qué vamos a engañarnos. Un poco perezosa y deseando que llegue el finde. Pero eso es así en cualquier momento del año.
El caso es que he vuelto. Eso sí, pensando que todavía me quedan cuatro días de vacaciones, ya buscaré en qué y en dónde invertirlos.
Además he vuelto cargadita de recuerdos... seguro que dejo caer algo por aquí, aunque no tengo todavía muy claro cómo. Al final, lo mejor es irlo contando poco a poco y en persona, no sé, puede que deje alguna fotillo, pero la cámara está ahora en Higuera, así que no puedo hacer todavía ninguna selección...
Perdonad por la espera. ¡Bienvenidos de nuevo! =)

Y aunque mirar a través de este ojo no lo consideraré jamás trabajo, no creo que vaya a tener la posibilidad (ni, para que engañarnos, las ganas) de actualizar durante un tiempo.
No tengo que volver a la redacción hasta el 18 de agosto, y voy a intentar estar lo más lejos posible del ordenador y de Madrid todo ese tiempo.
De momento tengo billetes a los Pirineos de Huesca, a Mazarrón, a Higuera y a Huelva. Y algunos de ellos, sin vuelta cerrada!! XDD
Montaña y playita a partes iguales. Muchas, muchas ganas. Sobre todo, muy buena compañía! :D
Y una casa que adecentar!! Y muchos viajes a Ikea por hacer! Y, bueno, muchos, muchos días lejos de una pantalla y cerca del sol (mucho más sano para mis ojos -reales y virtuales! XDD-, para mi piel y en general, para mi vida).
Así que, os dejo un mesecito, más o menos! A la vuelta más fotillos, más historias, más música, más cuentos... y todo eso!! XDD
Sed buenos, DISFRUTAD del veranito y cuidadme el blog! ;)
si me monto en un velero
y en vez de a vela
que vaya a besos,
y que no ande
si no te quiero...
Ayer, más grande que nunca =)

Nosotros, con nuestros ojos que te miran, con nuestras islas con tesoros. Tus manos enredándose en mis labios, nuestras lenguas, nuestros besos, nuestros pies llenos de caricias, de abrazos, de tu cuerpo con mi cuerpo, y tus lunares, esos puntos suspensivos de tu cara. Sonrisas, carcajadas, risas, pero siempre desde el plural más profundo, con cientos de eses al final: de eses envueltas en granos de arena, en mares de noche, en estrellas únicas, en mañanas sin madrugar. Perdiendo la cuenta de las cuentas, la de las paradas de metro, y de los búhos, la de las maletas y los trenes, la de los segundos viajeros. Nuestros sueños -eres un sueño-, nuestros azúcares -aunque esta palabra sea mejor en singular y en los labios-. Rodeados de recuerdos, de presentes, de pasados. Sobre todo rodeados de futuros, tantos como quieras, tantos como días, tantos como noches de nosotros seas capaz de imaginar. Tantos plurales de segundos, de minutos, de horas, de días, de meses. Tantos plurales que me abruman, que se vuelven infinitos, grandes, inabarcables, imborrables. Tantos plurales brillantes y suaves como nubes. Tantos plurales y, precisamente hoy, sólo existe este año, en singular.
Tardes, noches, cuenta atrás. Cambios. Cambios. En silencio. Sueño y cansancio y dormir. Calor, tu calor. Risas, tu risa. Llaves. Ropa. Sombra y sol. Gritos, gritos fuertes, gritos muy fuertes, extrafuertes, fortísimos. Cachos, cachitos, fragmentos. Momentos. Tu voz, siempre tu voz, tu voz de caramelo a destiempo y a deslugar. En blanco. Y en blanco y negro, y en gris. Tren sin raíles, ave que no vuela, metrobús. Picor de ojos, cereales, colacao. Todo bueno, y sin embargo. Todo aquí y todo allí. Todo y nada, y todo y todo. Espiral. ¿Locura? Deja que la locura sea cultura, que el dolor se muera de placer. Paranoia, desidia, desvarío y otras palabras largas biensonantes. Palabras. Sólo palabras.
......por la noche en sus brazos se me olvida ...
en una noche de un invierno.........
Y su calor es como el sol
...........poco a poco
....................voy poniéndome moreno...
Y su calor es como el sol
no te acerques tanto ................
que me quemas...................................
[No os pasa a veces que una canción se repite y se repite en tu cabeza?? XDDD]
Veo el ojo que me mira, no sé qué esperáis de mí. Yo que muero cada día que tú te olvidas de mí... Soy un pez en una jaula, lo que quiero y lo que no, soy todo lo que me pasa... Tú me ves, yo no... (Fito&Fitipaldis)
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