Quince mil personas (dicen las agencias), un montón de temazos de los de siempre, muchos saltos y mucho sudor cerca del escenario... pero lo que me apetece contar es lo que para mí lo hizo diferente, y grande.
No sé vosotros, pero yo nunca había visto un cantante que se permita el lujo de despedirse antes de que acabe el concierto. Y sí, ese es el Robe. Empiezo por el final, porque a lo mejor así se entiende de lo que hablo: termina el bis, Robe se descuelga la guitarra y sale del escenario diciendo adiós con las manos. Y deja dar rienda suelta a Uoho. Serían diez minutos de solo de guitarra, de carreras por el escenario, de piques con el batería, de todo el equipo técnico bailando en el escenario. A mí esas cosas me rayan, pero no cuando a la guitarra está Uoho.
Ese sonido a Platero es inimitable, inigualable e inalcanzable. Por lo mismo que aquella vez que escuché Por mí (¿tendría 13, 14 años? Me lo pasó Blanca una tarde, cuando salíamos de natación) supe que me quedaba con eso y desechaba a Ricky Martin. Y allí está él, Iñaki Antón, dando patadas a los micros, subiéndose a la batería, y recibiendo aplausos bajo los focos cual dios.
Y eso me lleva a otro momento: al de Robe, diminuto en un escenario gigante, iluminado en amarillo y con los 15.000 abajo preguntándole a gritos cuánto más necesita para ser dios, dios, dios.
Y los gritos me llevan a otra cosa, la más impactante para mí: en todos los conciertos que he visto en el Palacio de los Deportes, nunca se había dado el caso de que la gente gritase más alto que el cantante. Aquí sí. "Tan, tan, llaman a la puerta otra vez, ya va, quién es". Me quedo con esa frase. Fue sentir dentro, más alto que los golpes de la música, los golpes del público. Mereció la pena.
Al final ha quedado esto muy largo y no he contado ni una mínima parte de cómo fue. Pero bueno, para no aburrir, lo resumo con una frase que, curiosamente, no es de Extremo, aunque podría ser, sino de un cantautor, Carlos Chaouen: Esta noche, que es un año en el infierno. Aunque es posible que el concierto nos cueste varios años en el infierno. No importa, a lo mejor también conseguimos engañarle, como Evaristo.
Si queréis datos más fiables, canciones y eso, os recomiendo la crónica de Diario Crítico (de donde he sacado la primera foto, la otra es de EFE) o la de Soitu porque casi todos los demás medios han hecho informaciones del concierto del viernes en lugar del sábado. Perdonad por los vídeos, son muy malos... supongo que no es fácil grabar nada en medio de esa locura!
Yo sólo quisiera...
...que mi voz fuera tan fuerte, que a veces retumbaran las montañas...
Hola, soy Davilín.
Dios, ese concierto tuvo que ser no la polla, sino el PENE. El de Getafe ya os comenté. Bueno, también influyó en que fuera tan grande pasarlo con nueve maromos rurales y sudorosos que llevaban (llevábamos) una tupa de alcohol en las arterias que ni te cuento. En fin, dejemos el abuelo cebolleta.
Sólo una cosa que me ha llamado la atención, y que no tiene que ver con Extremoduro.
Aquel día, en natación, tú no lo sabes, UVE UVE, pero cambiaste tu vida para siempre. Ahí dejo el dato. Y ponte a pensar sobre el particular.
Recuerdos a Sarita.
Yo aún diría más
Fue la TRANCA.
Un concierto como una cinta de lomo
"La polla", "el pene", "la tranca", "como una cinta de lomo".... no sé cual de los adjetivos es peor!! XDDDD
Si la opinión fuese de Sarita, quizás habría dicho "la cola", que lo usa mucho XDDDD
Ayyyy Davilín, si Sarita te contara!! Ya no somos lo que éramos, eh, Sarita!! XDDDD
Y otra cosa: sí, lo sé, DE EME, cambié mi vida para siempre. Y me alegro del cambio! XDDD
Besos!
La verga de concierto!