¡¡quiero acelerar el tiempo de nuevo!!

El tiempo corría tanto, que deseó romper las horas, multiplicar los días, tener otro minuto más para disfrutar del momento, para escaparse de todo y de todos, para huir de la locura del correr de cada instante.
Romper el reloj le pareció la mejor idea del mundo y, para no perder más tiempo, se lo arrancó de la muñeca y lo arrojó contra el suelo. La piel más blanca en esa zona brilló por un segundo, el último segundo. Y luego el reloj se paró y con él se pararon las horas.
Respiró en silencio. Miró su reloj parado, su tiempo inmóvil, su vida quieta. Y deseó que el reloj funcionara acelerado de nuevo.