Orange Green Pink

El ojo que te mira

Un pasito pa'lante...


Este es un post dedicado a Sara y a su primer amor :)

.... guuuuaaapaaaaaaaa...



He desayunado hoy con la noticia y en lo primero que he pensado es en el disgusto que te ibas a llevar, Sarita!! Ha sido volver tú de Italia y salir él del armario... no sé si ambas cosas están relacionadas, pero mira a ver!!

Míralo por el lado bueno, a lo mejor ahora le apetece venir a España, que es un país tan gayfriendly, a hacer una gira o algo... si viene, yo voy contigo al concierto!! XDDDD
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Etiquetas: Música, Ricky edit post

La locura de la felicidad :)


Hace tiempo que empecé a vislumbrar por dónde se abría paso el camino a la Felicidad. Mientras lo escribo suena como muy grandilocuente, pero yo creo que es así, que la Felicidad (incluso si es con mayúsculas), está ahí, en cosas que no son tan extraordinarias (o que, precisamente por parecer normales, son más extraordinarias aún).

Hace un poquito menos de tiempo desde que empecé a saborear esa felicidad. Pero con ganas de más. Porque así somos, siempre queremos más.

Hace solo un rato que la Felicidad se abrió ante mí del todo, por completo.

La locura de la felicidad, podría decir :)


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Etiquetas: Personal edit post

Utopía



...Como voy a creer
dijo el fulano
que la utopía ya no existe
si vos
mengana dulce
osada
eterna
si vos
sos mi utopía...

Mario Benedetti



foto: Noche estrellada (V. Van Gogh)

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Etiquetas: Literatura, poesía edit post

Hecha un lío


A veces el mundo se pone a dar vueltas más rápido de lo que está marcado en las leyes de la física, y yo me mareo y me confundo, y dejo de saber dónde está el norte y dónde está el sur. A veces noto que los pies ya no hacen contacto con el suelo, y no sé distinguir arriba de abajo, ni delante de detrás. A veces la mañana se convierte en tarde y la tarde en noche de una manera tan sutil que solo es posible darse cuenta cuando alguien entra en la habitación y enciende la luz y te dice que estabas a oscuras. Y con estos fenómenos no es extraño que a veces me encuentre hecha un lío, literalmente. Y, ¡menudo problema! Porque, ¡a ver quién deshace luego semejante enredo!

foto
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Etiquetas: Cuentos edit post

De fotógrafos y pintores


No sabía si era defecto o virtud, pero era curiosa desde el día que nació, y fue la curiosidad, y no otra cosa, lo que la llevó a seguirle. Estaba solo, llevaba una cámara de fotos y no parecía un turista, pero a todas luces estaba perdido en una ciudad que era demasiado grande incluso para los que ya habían visto el mundo. Y él tenía edad y arrugas suficientes como para haber visto el mundo.

Lo siguió durante más de una hora. Caminaba despacio y mirándolo todo, así que el paseo era agradable. No hizo ni una sola foto, y eso que la cámara parecía profesional. Al final se sentó en un banco de Piazza Navona contemplando a los vendedores de retratos y de óleos. Ella se quedó en la otra esquina del mismo asiento, parada hasta que se les cruzaron las miradas.

Él le preguntó por qué lo había seguido. Ella contestó que porque era curiosa. Él le preguntó si sabía usar una cámara. Ella dijo que podía investigarlo. Él le vendió la cámara, tres objetivos metidos en su correspondiente mochila y un carnet de prensa por un precio que daba risa oírlo, y así empezó su vida como fotógrafa.

Su curiosidad, de nuevo, y no otra cosa, la llevó a ganar todos los premios: fotografió las mentiras de los políticos, el cambio climático, la riqueza de los pobres y hasta la alegría de los que se supone que deberían estar tristes. Ocupó el centro de algunas portadas -nacionales e internacionales-, llenó salas de exposiciones e incluso obtuvo una sonrisa de quienes no sabían nada de fotografía.

Y un día se sorprendió sentada en un banco de Piazza Navona contemplando a los pintores, con su cámara entre las manos. Y le dio lástima no haber sabido ver la realidad con ojos de pincel en lugar de con ojos de negativo. Y sintió curiosidad -y no otra cosa, una vez más- por cómo sería la pausa de las acuarelas, tan diferente a las prisas del obturador.

Al otro lado del banco se había sentado un chico con edad de saber hacer fotos. Se miraron. Y calculó el valor de un lienzo en blanco para ponerle un precio a su cámara, aunque fuera un precio que diera risa oírlo.

Para El CuentaCuentos
Al terminar el cuento, me di cuenta de que no había hecho fotos en Piazza Navona... y eso que estuve un buen rato allí, mirando a los pintores. Así que, he tenido que buscar la foto en Google...
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Etiquetas: CuentaCuentos, Cuentos edit post

Los Oscar, la animación y los ancianitos :)


De todo lo que estaba nominado a los Oscar, yo solo había visto dos cosas: el cortometraje de Javier Recio La Dama y la Muerte y la peli de Disney Up. Es curioso, las dos son historias cortas, de animación, con un anciano como protagonista y con el amor y la muerte como trasfondo.

Ya sabéis que no soy muy cinéfila, por eso tal vez este post llega un poco tarde, cuando ya se ha contado todo de los ganadores, de la ceremonia, de los vestidos y de los perdedores. Pero no me resisto a recomendaros que veáis el corto, aunque no se haya llevado el premio (solo ocho minutillos, y eso contando los créditos! XDD).

Para Up necesito un párrafo aparte, poque me atrevería a decir que es la mejor peli que he visto o, por lo menos, la historia de amor más bonita que he visto en una peli. Y yo no le habría dado el Oscar a la mejor película de animación. Se lo habría dado a la mejor película, a secas. Y no, no he visto la peli ganadora (En Tierra Hostil), ni la perdedora (Avatar). Pero estoy segura de que no la superan.

De hecho, seguramente, ni se le acercan :)

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Etiquetas: Cortos, Pelis, Personal edit post

Dedicarse a vivir


Puede que me esté haciendo mayor o, simplemente, más tranquila. Hubo un momento en que Higuera -excepto en fiestas- me aburría, y me pasaba el día deseando volver a Madrid.

Y ahora resulta que vuelvo de allí con una sensación de paz que no encuentro en esta ciudad de locos -que, por cierto, siempre había considerado la mejor para vivir, y ahora no entiendo por qué-.

Y eso que la lluvia apenas nos ha dejado salir de casa. Pero la carita de Javier, las mismas risas de siempre con Jessy y Miri, las cañas entre Higuera y Romangordo, las hamburguesas extra-plus y las comidas en familia han conseguido acabar con el estrés de los últimos meses -¡que os aseguro que es mucho!- y que me olvide de todas las preocupaciones.

Cada vez tengo menos claro qué es lo que merece la pena de la gran ciudad. Os lo digo, el día menos pensado me exilio en alguna isla desierta, o en algún oasis de por ahí, en algún lugar en el que la vida esté por encima del estrés. Y me dedico a vivir. Que ya va siendo hora.
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Etiquetas: Estrés, Higuera, Madrid, Personal edit post

Eli


Conocí a Eli una noche de sábado en la parada de metro de Nueva Numancia. Por aquel entonces yo no sabía que se llamaba Eli, claro, pero fue inevitable fijarme en ella. Estaba sentada en uno de los bancos de metal del andén, pero aún así se notaba que era alta, altísima, con unas piernas perfectas que debían de medir dos metros por lo menos. La recuerdo fumando, aunque es imposible, porque en el metro está prohibido y la única vez que nos vimos en la calle llevaba las manos ocupadas con otras cosas. Pero su boca era una boca perfecta de fumadora, con el grosor de los labios idóneo para dibujar anillos de humo en cada calada, y no creería a nadie que me dijera lo contrario.

Yo iba cargado de maletas y no había puesto un pie en Vallecas hasta entonces. Me mudaba a un piso que ni siquiera había ido a visitar, con la sola promesa de que era luminoso: en aquella época me obsesionaba la luz, y aquella promesa, que resultó ser bastante falsa, me bastó.

La suya fue la primera cara que vi en el barrio. Me paré a su lado para colocarme los bártulos y para pensar cómo iba a subir con todo mi equipaje el tramo de escaleras que se abría ante mí. Ella me miraba entre curiosa y divertida, descarada y sin disimulos, parecía tener ganas de saber cómo lo iba a resolver. No hizo un solo amago por ayudarme, pero no se había montado en el tren que yo acababa de abandonar y eso, en una ciudad en la que la gente mide su felicidad de manera inversamente proporcional a lo que tarda en llegar el metro, me hizo sentir simpatía por ella.

Después volví a verla cientos de veces más, siempre en el mismo banco del mismo andén, con sus kilómetros de piernas hechas un nudo la una sobre la otra, y fumando; fumando sin fumar, porque en el metro está prohibido, pero en mi recuerdo fumaba, y basta. Vestía impecable y a la moda. Usaba tacones. Se maquillaba como si no fuera maquillada. Y parecía siempre que acababa de salir de la peluquería, algo que era difícil porque -o al menos eso es lo que sospecho- apenas se movía de aquel andén de Nueva Numancia.

Fue el día que nos cruzamos en el parque cuando me enteré de su historia y de su nombre. Había pasado un invierno entero -¡y qué largo es el invierno de Madrid!- desde que la conocí, y llevaba un vestido cortísimo de lino que hacía que sus piernas diesen aún más vértigo. Ella estaba arriba, al final de una escalera, para mayor humillación mía, y me pareció que no era de este mundo, de tan grande como se la veía, como una diosa en su pedestal, con un cuerpo de línea recta imposible de conjugar con aquella melena ondulada a golpe de secador y laca y bigudíes.

Nunca antes me había dirigido la palabra, y desde entonces no nos hemos vuelto a ver, y ese es el problema que me lleva a contar su historia. Tenía una voz profunda que se correspondía con los cigarrillos que yo creía verla fumar. Pero ya lo he dicho, aquel día tampoco fumaba, porque en las manos llevaba algo, tal vez un bolso o una caja, soy incapaz de recordarlo, porque mis ojos se afanaban en recorrer entera la distancia de sus piernas, a más de 150 kilómetros por hora, y eso que había curvas peligrosas y todo.

Me dijo que se llamaba Eli, que se cambiaba de parada, pero que no me diría a cuál y que, si volvía a encontrarla, me pediría matrimonio, algo que no sé si fue una promesa o una amenaza. Porque, según dijo, si la encontraba, tendría que decirle que sí, no tenía sentido decir que no después de haberla encontrado. Me dijo que ya sabía que el matrimonio estaba anticuado, pero que le daba lo mismo. Me dijo que no creía en el amor, pero que le daba lo mismo. Me dijo que yo no era el primero al que le hacía aquella propuesta, pero que a mí eso tenía que darme lo mismo. Y me dijo que, si la encontraba, tendría que ser yo quien pagase su última operación, la del cambio de sexo, que era lo único que realmente le había importado en toda su vida.

Y yo, que siempre he sido tan macho, aquí estoy hoy -llevo ya recorridas ciento tres estaciones, y nada- como si me hubiese metido dentro de una película mala de Almodóvar con el final ya escrito. Os lo cuento por si alguno la habéis visto y podéis darme alguna pista. A mi madre le haría tanta ilusión llevarme hasta el altar, que no puedo perder una oportunidad como esta.

foto
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Veo el ojo que me mira, no sé qué esperáis de mí. Yo que muero cada día que tú te olvidas de mí... Soy un pez en una jaula, lo que quiero y lo que no, soy todo lo que me pasa... Tú me ves, yo no... (Fito&Fitipaldis)

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