Me bajo un par de paradas antes, para recorrer a pie la avenida en la que vives, una calle silenciosa y bien iluminada. Me gustaría decir que mis zapatos italianos resonaban contra el suelo a cada paso, pero lo cierto es que las deportivas no suenan a nada sobre la acera, y ni siquiera hay charchos para salpicar un poco, o para dar misterio a la noche. Así que, después de una vida tan rara, parece que tu muerte va a ser de lo más anodino, y lo lamento, de verdad, me gustaría darte algo mejor, pero las cosas son así.
Podrías haber vivido en una de esas casas de película americana, con jardín y dos plantas, pero no hay de esas aquí. El edificio ni siquiera tiene puerta de atrás, o una azotea a la que saltar, en plan superhéroe, así que entro por el portal, y no me hace falta ni forzar la puerta, porque está abierta, cada día nos dejan las cosas más fáciles. Tu apartamento está en el cuarto. Subo en ascensor y enciendo las luces. Sé que no es muy ortodoxo, pero también sé que voy a llamar al timbre, que me vas a abrir la puerta, que me ofrecerás pasar. La pistola sigue en mi bolsillo y seguirá hasta entonces, cuando quizás sea demasiado tarde. De todas formas, la sacaré despacio y te dispararé, y verás todo como a cámara lenta. Es una escena preciosa para una película, o incluso para una obra de teatro. Te gustará, estoy seguro.
Tus tacones sí resuenan al otro lado de la puerta, durante los casi quince segundos que tardas en abrir. Llevas los labios pintados y sonríes, como si no supieras que hoy no hemos quedado para una cita, precisamente. Ya no me acordaba de lo guapa que estás con traje de noche. Mejor, así le damos un toque distinguido a una muerte tan simple. Te acercas a besarme, y te lo permito, como un último deseo. Pero tus labios no se posan en los míos, ni siquiera en mi mejilla: te quedas pegada a mi oreja y pronuncias despacio.
-Bang.
Te giras sobre los tacones y me dejas tambaleándome, y te deslizas despacio dentro de la casa, toda la espalda al descubierto y el pelo recogido en la nuca en un peinado imposible siquiera de imaginar. Noto frío el pecho, y más que frío, mojado, como una mancha de vino que se extiende sobre mi camiseta. Dejo de verte aunque sigo con los ojos abiertos y me siento caer. He intentado llevarme la mano al bolsillo, porque allí sigue la pistola, con el cargador lleno y a punto para ti, pero parece que mi cuerpo ya no me hace caso. Parece que sí, que de verdad era tarde.
Para El CuentaCuentos
Fotos: 1--2
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Vaya, un final sorprendente por lo inesperado. Me encantó esa forma de plasmar lo que NO tenía la escena y la imagen de las zapatillas silenciosas sobre la acera creo que es la que más me ha gustado imaginar. Un relato bien llevado y lleno de esos matices que hacen disfrutar al lector.
Besos.
Me ha gustado mucho. La manera en que le va pidiendo disculpas por ser una muerte tan "anodina" (como si un asesinato lo fuera en algún momento), me ha hecho sonreir imaginar esa parte. Y un sorprendente final, no lo esperaba, menudo giro. Me ha gustado, si.
Enhorabuena.
estoy completamente de acuerdo con Angelical
Un saludo
Va recorriendo la distancia degustando el momento, recreándolo entre ironías y ese desahogo que saborea paso a paso con la seguridad que le da la pistola en el bolsillo.
Y frente a ello, ella, la elegancia de lo practico. La pistola es para disparar.
Un gran relato!
Un abrazo.
Menuda mujer fatal, menos mal que la dejé sin meterme en líos... si no habría acabado como el protagonista :D
Sorprendente las divagaciones del asesino frustrado, me ha gustado mucho esa parte.
"Llevo todo el día pensando en si mereces tanto la pena como para descargarlo entero en tu cuerpo, o si serás tan débil que me bastará con un solo tiro"
Es lo que me gusta de tu historia. Vaya manera de derrochar sangre esta semana
Angelical, estoy pensando que eso me pasa mucho, fijarme en lo que NO hay... XDDD Será que como lo que hay ya lo ve todo el mundo, me despierta menos curiosidad =)
Paula, es que una mujer así se merecía un asesinato ejemplar, no uno cualquiera!! ;)
Cimujo, pues repito explicación, la tienes al principio de este comentario ;)
Carlos, creo que tienes razón: a los asesinos me los imagino saboreando cada paso, a las asesinas me las imagino rápidas e infalibles. Somos malvadas, es así... ;)
Reithor, jajaja! Sip, a estas es mejor dejarlas cuanto antes, qué peligro!! :P
Milo, ya ves, sangre por todas partes!! Es que quizás un cargador entero para una sola tía es demasiado, no? Aunque luego dicen que mala hierba... XDD
Muchas gracias a todos, por los elogios y por pasar por aquí!!
Besos!
Imágenes impresionantes de calles desiertas y abandonadas, contrastes de glamour y lo cotidiano; pero un final inesperado que deja muy buen sabor de boca: sabor a vino que espero no se derrame sobre mi camisa. ¡Genial!
Me gusta cómo el protagonista imagina un asesinato "glamuroso" mientras se disculpa por todo lo que no va a ser. Muy bueno el final. Él sí que ha tenido una asesina elegante, con tacones, labios pintados y un peinado imposible.
Saludos!
Sechat, yo también lo espero!! Si se derrama, por lo menos que sea de forma glamurosa... jejeje!
Paula, sip, las mujeres para estas cosas tenemos mucho más estilo, jajaja!! ;)
Muchas gracias a las dos por los comentarios! Un beso!