A veces tengo miedo de que nos lo hayamos dicho todo. Ahora, por ejemplo, que guardas silencio mientras enroscas mi pelo entre tus dedos, pienso que es posible que se te hayan acabado las palabras, y que no tengas nada más que decir. Que abras los labios y solo te salga un the end en mayúscula y cursiva sobre un fundido a negro, como en una peli antigua. Y que las palabras se vayan alejando y solo se oiga el crepitar de la bobina de celofán girando una y otra vez.A veces, cuando te veo en silencio con los ojos cerrados tengo miedo de tener tantas cosas que decirte que al final se me olviden las palabras y al abrir la boca solo me salga un suspiro, un punto y seguido al final de un renglón en el que las letras se desdibujan, como vistas desde un ojo miope, o con legañas.
A veces tengo miedo de que nos lo hayamos dicho todo y entonces tu voz se abre paso dejando detrás un cosquilleo de cortinas de casa de pueblo y de pies inquietos de niño corriendo por el pasillo. Y entonces me acuerdo de las palabras que te tenía reservadas. Y entonces desenroscas tus dedos de mi pelo. Y hay silencio mientras nos hablamos.

Virginia que bonitas imágenes has convocado para hilvanar tu texto. Se te da muy bien la prosa poética.
Dos personas que se aman nunca pueden haberse dicho todo, salvo que el amor los haya abandonado, y con él, huérfanas, las palabras.
Saludos, niña.
Muchas gracias Gabriel =) Has dicho varias veces por aquí lo de la prosa poética, me encanta como suena, aunque sigo pensando que son solo cuentos!
También estoy segura de que es imposible haberse dicho todo ;)
Un beso!