Si vienes,
y te veo,
y tus manos me recogen.
Y si te vas
y te pierdo,
y te conviertes en mis sueños.
Si me miras
y tus ojos son espejo,
y te sonrío.
Y si te quedas,
y te siento entre mis brazos,
y me entrego...
No te escapes,
ni te escondas,
que te espero...
Quédate
esta noche
en mi agujero...
Y es que lo nuevo de Extremoduro ya está aquí, y me he enganchado, no paro de oirla!!
Que grandes!!! Que ganitas de concierto!!!
Ale, disfrutadla, y pasaros por AchoRock, que han colgado la letra...
se paró el aguacero, ahora somos flotando dos gotas...

El genio esperaba a que pidiese y tenía una sonrisa como de burla. Durante un segundo sintió miedo, por si le estaban tendiendo una trampa. La sonrisa del genio le asustaba. Pero al final, se decidió a rescatar sus tres deseos. Poder formularlos era algo que siempre había deseado.
Recordó las normas: nada de pedir más deseos. Cuando no tienes ninguno, piensas que te conformarías con tres, pero cuando tienes esos tres ante ti, se te ocurren un cuarto y un quinto. Pasa siempre, siempre queremos más. Luego, hay que tener mucho cuidado con cómo se pide lo que se pide. El más mínimo fallo hace que el genio te de algo que realmente no querías. Hay que ser minucioso en la descripción y no dejar ningún cabo suelto.
El genio, pese a tener toda la eternidad por delante, parecía impacientarse. Su sombra sobre él era cada vez más grande, y le dificultaba pensar. Cerró los ojos y trató de recordar cuáles eran los tres últimos deseos que tenía en mente. Lo primero que se le vino a la cabeza fue el pelo negro y brillante de Aída. Pensó que lo que realmente desearía era tenerla a su lado. Pero esa era otra de las normas. No podía pedir amor.
Así que se concentró en las cosas materiales. Se acordó de su deseo de dar la vuelta al mundo y estuvo a punto de pedirlo, pero se quedó callado, mirando el turbante del genio. Pensó que dar la vuelta al mundo sin compañía no tiene sentido. Pensó en quien se reiría cuando él se probase un turbante como el del genio, o quién le ayudaría a explicarse en inglés, o con quién compartiría una comida exótica, un baño durante la noche en las playas del Caribe, un baile en el África oriental.
Cambió de idea, y decidió pedir sabiduría, pero lo desechó enseguida: no quería pasar el resto de su vida sin tener nada que aprender. La inmortalidad estaba desechada desde el principio, no quería ver pasar a sus hijos, y a sus amigos, y a los hijos de sus hijos, y a los hijos de sus amigos, y seguir allí. Y mucho menos quería poder: el poder siempre va atado a la responsabilidad y, además, es corrosivo.
Volvió a las cosas materiales, pero enseguida descartó también pedir una gran mansión o un gran coche o un gran yate: cualquiera comprendía que aquello, en unos años, habría perdido la mayor parte de su valor. Decidió pedir dinero cuando vio su reflejo en el aro de oro del genio. Con el dinero podía comprar cualquier cosa. Se inquietó al ver que con un deseo sería suficiente, y notó un ligero sudor al comprobar que iba a desperdiciar los otros dos. Nunca pensó que le sobrasen deseos. Comenzó a desesperarse buscando deseos inteligentes, importantes, duraderos… realmente deseados.
Sintió que se le acababa el tiempo, que iba a desperdiciar sus tres oportunidades, que se le escapaba el día soñado ahora que lo tenía delante. Deseó no estar atormentado por la idea de quedarse sin deseos. Deseó tener más tiempo antes de encontrarse con el genio para meditar con calma lo que iba a pedir. Deseó tener una necesidad acuciante para poder desear acabar con ella. Deseó no haberse encontrado con el genio... y formuló, sin querer, el deseo en voz alta:
-¡Ojalá no me hubiera encontrado ahora con el maldito genio!
Como había llegado, de sopetón, el genio de la lámpara comenzó a esfumarse ante su mirada atónita. La sonrisa burlona del genio se había convertido en carcajada: desde que lo encerraron en su lámpara, se había topado ya con tantos que, como él, acababan por desear no haberlo encontrado...
Parpadeó y se encontró solo en una esquina de la plaza, con una nebulosa extraña en la cabeza y una idea confusa de la silueta de un genio. Pero se sacudió aquellas formas de la cabeza cuando vio acercarse a lo lejos el pelo negro y brillante de Aída.
la foto es de las fallas de 2007

Ahora todavía me acuerdo de algunas cosas de aquel Libro de Borja (aunque el mío tiene la portada amarilla con miles de Pancetes pequeñitos XDD), que tengo en Higuera y que no les dejo tocar a María ni a Laura, porque bastante perjudicado está ya. Me acuerdo sobre todo de algunos dibujos, de la letra, y de algunas historias, como la del pipero Baldomero y la del empacho de cerezas el día de la excursión. El libro empezaba: "Borja era un niño de mejillas coloradas y nariz color de zanahoria". Ahora lo pienso y me parece una frase bastante complicada para niños de seis años: "coloradas" es una palabra que no se usa mucho, y "zanahoria" es una palabra difícil.
El caso es que desde entonces no he dejado de leer. Novelas, poesía, libros de texto, o a veces solo el periódico. O los apuntes. Pero luego leer es un vicio. Y bueno, hoy es el Día del Libro. No voy a comprarme ninguno ni nada, pero esta mañana ya he leído unas cuantas páginas en el metro y siete periódicos en el trabajo. Lo hubiera hecho aunque no fuese hoy el Día del Libro, pero si ese día le descubre a alguien por casualidad el placer de la lectura, pues... ¡bienvenido sea!
¡FELIZ DÍA DEL LIBRO!

Te apareces. Como sombra entre los árboles, como la risa de un niño. Y puedo dibujar tu silueta a contraluz con mis manos, pero decido esperarte con tu paso tranquilo y tus latidos distantes. Y te apareces y te acercas.
Te acercas. Como el final de un invierno de deshielo, como el principio de un mundo o de una estrella. Y tiemblo mirando tu corazón y tus manos, y tus pasos torpes de niño distraído, pero decido creerte eterno y sencillo, como si fueses a vivir entre mis brazos. Y te acercas y te quedas.
Te quedas. Como los días de sol y de playa, como las horas eternas de octubre. Y muerdo mi carne aguardando la tuya, pero decido avanzar con las manos y tocarte y sentirte y tenerte. Y te quedas y te encuentro.
Y te encuentro.
Te escapas. Como agua entre los dedos, como humo de mi boca. Y trato de retenerte entre mis brazos, pero eres efímero y etéreo, esquivas mis golpes, mis preguntas, mis miradas. Y te escapas y te borras.
Te borras. Como huellas en la arena cuando sube la marea, como una pizarra inmensa bajo la mano de un niño. Y busco tu perfil, tus trazos y tus formas, pero eres a lápiz o a tiza o a agua. Y te borras y te esfumas.
Te esfumas. Como un espejismo ante un desierto sin oasis, como un sueño rasgado por el despertador. Y trato de encontrar tu esencia, un resto del olor de tus besos, pero eres irreal como un poema, inexistente como un verso, y extraño y lejano y hueco. Y te esfumas y te pierdo.
Y te pierdo.

Suda. Su coleta se mueve a un lado y a otro y flagela su espalda en cada puñetazo al aire. Se agacha. Luego lanza una patada y se mueve a un lado y a otro en posición de defensa. A veces parece que las piernas no van a aguantar ni un segundo más, que se doblarán impunes en la próxima bajada y que no conseguirán subir, pero luego encuentra siempre un objetivo, un trozo de realidad que destrozar de un golpe más.
Coge aire entre jadeos e imagina que por cada impacto fingido se desmonta algún tabú. Los primeros han roto la desidia del trabajo, los miedos infundados de un futuro incierto y el cansancio acumulado en los ojos después de horas y horas a ritmo de ordenador. Hace rato que se disipó la rabia y que olvidó cada complejo y cada lágrima y las arrugas del tedio en la frente. Ahora apenas queda un ansia ciega de seguir, de no parar, de puro vicio, de no caer, de no volver a sentirse débil y vulnerable y despojada.
Las luces parpadean mientras trata de abrirse paso a golpes por un presente confuso, mientras trata de disipar el peso de un pasado agotador. La música se apaga y la sangre se agolpa en su cara, le corta la respiración mientras arrastra los pies, exhausta, camino del vestuario, camino a la realidad. Pero ya no piensa. Bajo la ducha caliente siente el cuerpo dolorido y siente la mente limpia. Como si hubiera sudado todos los residuos que hacen que la vida empiece a morir. El desagüe se lleva restos de jabón que arrastran consigo un día gris.
Fuera la lluvia sigue haciendo de las suyas. El vestuario aún huele a sudor, pero a ella solo le queda por delante una noche de sueños y un nuevo amanecer. Coge aire: ahora sí, es posible volver a empezar a vivir de cero.

le robo besos bajo la lluvia,
no pierde el norte en la lejanía
ni busca dioses que la acompañen.
Y hace tiempo nos cogimos
de la mano hasta volvernos
medio locos...

·
Ella se duerme bajo un techito de estrellas,
yo respiro si mi vida va al compás de sus caderas
y se escapa el aire si no la tengo a mi vera
preguntándome que harán mis flores sin su primavera.
·
·
·

Y a la luna la tengo en vela,
dice que se desespera
cuando desde mi balcón
ve ponerse el sol en su espalda.
Cambio el cielo por tu mirada,
yo que soy tan afortunado
por estar a tu lado....

Si te miro desde arriba, y me detengo en cada parte, no pienso frenar hasta alcanzarte los pies. Esos pies en tensión antes del salto, y relajados en el vuelo, y acolchados al caer. Los mismos piececitos que se coronan en dedos perfectos, suaves, besables, que han nacido para hacer cosquillas alrededor de mi cintura, enredándose en mis piernas, batallando con mis pies.
Si te miro desnudo a través del espejo, difuso y borroso por el vaho de las mañanas, y si te miro de perfil entre enredaderas sin flores, y si te miro de frente, cara a cara, en una guerra de ojos contra ojos y de cuerpos contra cuerpos y de noches sin despertador, no borro ni una sola de tus huellas, ni el más pequeño lunar, ni muchos menos tus pies.
Antes de eso, y casi por error, aprendí a bailar tango una vez, y creo que es de los bailes más elegantes, más sensuales y más bonitos que hay (aunque ya no me acuerdo casi ni del paso básico!! XDD).
Cuento estos antecedentes porque ayer me vicié viendo Tienes Talento, con una de las cosas más espectaculares que he visto en lo referente al baile: eran unos bailarines que bailan tango a tres, dos hombres con una mujer. No he conseguido encontrar el vídeo de la actuación de anoche, solo el del día que les eligieron... ¡¡es espectacular!! (y el de anoche lo era más todavía!! XDD)
Ale, ahí os lo dejo... ¡¡disfrutad!!
Veo el ojo que me mira, no sé qué esperáis de mí. Yo que muero cada día que tú te olvidas de mí... Soy un pez en una jaula, lo que quiero y lo que no, soy todo lo que me pasa... Tú me ves, yo no... (Fito&Fitipaldis)
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