Pero un día, de sopetón y sin previo aviso, vuelven, y entonces sabes que es irremediable. Y tienes que irte de repente, no hay tiempo para hacer las maletas, ni siquiera para el beso de despedida. El resto, ya lo has visto: todo el mundo se queda con cara de idiota al principio, y luego viene la pena.
Lo bueno es que por debajo del sentimiento amargo hay otro, uno muy dulce, que al final será el que se quede. El del recuerdo de todo lo bueno que has significado y de todo lo bueno que has hecho... con la suerte añadida de que, en tu caso, todo fue bueno...