Orange Green Pink

El ojo que te mira

Eclipse lunar



Las cosas del espacio me fascinan, supongo que porque son tan infinitas que me desbordan. El cielo, las estrellas, el universo, todas esas cosas, se me escapan, es como si me vinieran demasiado grandes, y por eso me parecen más mágicas y más impresionantes.

Por eso me ha encantado saber que el sábado hay un eclipse de luna. Que yo recuerde, no he visto ninguno, y eso que, según leo, suceden cada mes.
Pero este es distinto. Estamos en el punto exacto del universo (¿ves? Este tipo de casualidades son las que más me impresionan) en el que se va a ver un eclipse total, en unas condiciones que ya no se repetirán hasta 2029 (vamos, que me falta otra vida entera para verlo!! ¡¡Otra vida entera, como volver a nacer, todo desde el principio!! Así que será mejor que vea este, por lo que pueda pasar...

Sobra decir que yo no tengo ni la menor idea de astronomía (Mery, acepto correcciones y datos más precisos), pero bueno, como en internet está todo, pues he descubierto que un eclipse de luna se produce cuando el sol, la tierra y la luna se ponen en línea: la tierra hace sombra sobre la luna y a esta no le llegan los rayos del sol. Como todo esto va rotando, la luna entra en distintas zonas de sombra, hasta llegar a la zona más oscura. Pero lo mejor es que, aún estando en sombra, la luna no deja de verse, sino que se queda de un tono rojizo, algo como en la foto, más o menos.

Lo mejor de todo es que se puede ver a simple vista, sin telescopios ni nada, creo que incluso se le pueden hacer fotos con una cámara normalita... Todo está genial explicado en la página de Enrique Luque
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Chaouen


A veces tengo la cabeza como inerte,
a veces tengo la certeza de tenerte ...





Y tú qué dices, corazón,
que no se me acomode el amor pa cuando estalle.
Y tú qué dices, corazón,
que me tiendas al sol en plena calle.
Y tú qué dices, corazón,
que el tiempo es la fragua que aprieta mis alambres.
Y tú qué dices, corazón...
¡¡¡que te calles, que te calles, que te calles!!!
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Salsa... ¡porque sí!



He visto moverse tu cuerpo como si fuese de mentira, como un espejismo, como si estuviese inevitablemente unido a una música y no pudiera hacer otra cosa que seguirla hasta el final. Sonreías, como quien no está haciendo nada, con la mirada fija en mis ojos, y en otros cien ojos que te miraban, mitad asombro, mitad envidia. Quizás todo envidia, aunque con un toque de admiración también.

Te mueves con una armonía que ni siquiera había imaginado, usas partes que en mi cuerpo no existen, y parece que te ríes cuando giras, cuando saltas, cuando clavas el pie en el escenario en el instante preciso en que la música reanuda su sonar. No sé si te ríes de tu baile, de la vida, del esfuerzo, de tu cuerpo, de los ritmos, de la noche, de las luces... o si directamente te ríes de mí.

Primero me has hecho sacar una lágrima: "Aquí firmo mi defunción como danzante, esta pieza será la última, porque ya no volveré a bailar jamás".

Pero luego, después de las almohadas, he abierto los ojos al mundo, y en mi retina seguías tú. Estabas ahí, como una pluma, ligera, suave, sobre el escenario, haciendo figuras más bellas incluso que ayer. Y no te vas de mi cabeza. Oigo tu música y oigo tu baile, me disperso imaginándome en tu lugar. Y otra vez el asombro y la envidia, y la envida, y la admiración.

Y, en un arrebato, he desengrasado los músculos que tenía enquistados, he desempolvado los zapatos de baile, y he girado y me he retorcido frente al espejo de la habitación. El miércoles vuelvo a la salsa. Porque lo echo de menos. Porque lo necesito. Porque lo disfruto. Porque me hace reír. Porque me quita los agobios de la mente. Porque me rompe las ligaduras del cuerpo. Porque quiero mejorar. Porque quiero alcanzarte. Porque me da la gana. Porque sí...


Que el fin del mundo te pille bailando...
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La creación de Adán


"Te he puesto en el centro del mundo para que puedas mirar más fácilmente a tu alrededor y veas todo lo que contiene. No te he creado ni celestial ni terreno, ni mortal ni inmortal, para que seas libre educador y señor de ti mismo, y te des por ti mismo tu propia forma. Tú puedes degenerar hasta el bruto o, en libre elección, regenerarte hasta lo divino. Sólo tú tienes un desarrollo que depende de tu voluntad y engendras en ti los gérmenes de toda vida".



Giovanni Pico della Mirandola
Discurso sobre la dignidad humana
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¡¡¡Marea!!!



¡¡Vuelve Marea!!

¡Que sí! ¡Que siguen vivos! Dicen que traen disco nuevo en abril y un montón de conciertos en mayo... ¡¡¡Ya me está dando el infartillo de felicidad!!! ;-)

Espero que vuelvan del todo, vamos, que vuelvan al principio, a lo que eran antes de ser mega famosos, cuando cantaban como quiere tu abuelita, cuando daban besos de perro, cuando no querían ser un poeta... Porque, comparado con los primeros, el cuarto disco me dio, casi, casi, 28.000 puñaladas en el corazón.

Espero que de nuevo Manuela cante saetas, que nos sigan pareciendo perros verdes, que me hagan gritar "¡duerme conmigo!" a todas horas. Que, en definitiva, aunque yo sea un hada alada y ellos sigan siendo nada, no importó... (no importe sería más correcto, ¿no? XD).

Espero que vuelvan a despellejar un corazón en las zarzas de mi voz, que se pongan incandescentes, que no quieran mi amor temporero, que consigan que la luna a mí siempre (pero siempre, siempre, siempre) me sepa a poco.

Y por supuesto, que sigan mandando a la mierda a la primavera, que su corazón, que anoche era de piedra, al alba sea de mimbre y que no olviden por qué está siempre duro el pan.

Confío en que vuelvan a ser el cielo y el suelo, putadas y amor, lija y terciopelo, que se apeguen a mí como el barniz, y que quite una pena otra pena y un dolor otro dolor... En fin, a trasegar... :-D

Aún así, siempre estará bien buscar la libertad con otro revolcón en la patera de Marea... ;-)


Quien pudiera acostarse con Marea
y pasar la vida entera
enganchao a sus caderas,
que me vean como era,
casi siempre con Marea,
paseando con Marea...

¡¡¡¡MAREAAAAA!!!!

XDDDDD
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Semilla en la tierra


Duele, la vida como un puñal hay veces que duele
y nada tiene que ver con tu boca
que, hecha para besar, hay veces que muerde,
que anuncia cordura y a veces se vuelve loca.
Y duele porque la piel no es materia inerte.
Duele porque el querer es dolerse a veces.

Tiembla, la vida, como con miedo, hay veces que tiembla
y nada tiene que ver con el aire
que mueve tu ropa en noches de luna escueta,
que aprieta, suelta y evoca y me enloquece.
Tiembla por los latidos que tu provocas
y también porque el querer es temblar a veces.

Y cada uno en su camino
va cantando espantando sus penas.
Y cada cual en su destino
va llenando de soles sus venas.
Y yo aquí sigo en mi trinchera, corazón,
tirando piedras, contra la última frontera,
la que separa el mar del cielo
del color de tus maneras,
la que me lleva a la guerra, a ser semilla en la tierra.
Y no me pidas tanto, corazón
que tengo poco aire en el pulmón,
lo que tengo es un castillo en el cielo.
Si viene la guadaña a mi rincón
enjuágame la frente en tu sudor
y le das un beso a todos si me muero...

Ríe, la vida como un volcán hay veces que ríe
y nada tiene que ver con el tiempo.
Se ríe porque para ella somos tan leves
como el humo azul que del pudor se desprende,
y ríe porque tu llanto se lo merece
y también porque el querer es reírse a veces.

Vive, la vida por compasión hay veces que vive
y nada tiene que ver con la muerte.
Y cuando llegue ese instante déjame verte
que no hay mayor libertad que tenerte enfrente.
Y que nadie sea absuelto por no quererse.
Y vive porque el querer es vivir con creces.

Y cada uno en su camino
va cantando espantando sus penas.
Y cada cual en su destino
va llenando de soles sus venas.
Y yo aquí sigo en mi trinchera, corazón
tirando piedras, contra la última frontera,
la que separa el mar del cielo
del color de tus maneras,
la que me lleva a la guerra, a ser semilla en la tierra.
Y no me pidas tanto, corazón
que tengo poco aire en el pulmón
lo que tengo es un castillo en el cielo
si viene la guadaña a mi rincón
enjuágame la frente en tu sudor
y le das un beso a todos si me muero...

Y si todo es semilla no me dolerá la astilla,
que sangran de mi costadotus andares de chiquilla,
y no me digas nada,
déjame a mí en mi ventana
con los pies del otro lado,
yo me fumo mis mañanas.
Carlos Chaouen
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Ramas de almendro para Vincent


Pintaba con sus óleos gastados un cielo azul, el mismo que veía a través de la ventana sin rejas de su estudio, un zulo escondido en algún lugar sucio y podrido de alguna ciudad bohemia. No era gran cosa, pero era parte de su vida, y se había dejado demasiados pedazos del alma entre sus cuatro paredes como para abandonarlo. Amontonaba lienzos borrosos por las esquinas, pinceles metidos en aguarrás, y tubos siempre medio vacíos en un perfecto desorden caótico.

Pintaba con la tranquilidad de quien se siente inspirado, con el silencio del que sabe que este cuadro tampoco se va a vender, con la quietud de quien tiene asumido su fracaso. Había seleccionado cada tono, los había mezclado en las proporciones exactas y los había dejado reposar, para después mezclaros de nuevo, variarlos, estudiarlos, hasta dar con el color idéntico al que su cerebro imaginaba. Y luego, de pie, con los ojos corriendo veloces de la ventana al lienzo, y otra vez a la ventana, daba cada pincelada con la delicadeza de una madre acariciando a su hijo.

La ternura se dejaba ver, tal vez más que nunca, porque la carta de Teo le había llegado al centro mismo del corazón. Por eso, el fracaso de esta obra era ya parte de ella, una condición esencial para que el trazo quede perfecto, despreocupado, ligero, con el cuidado que un regalo se merece. El trabajo de días estaba llegando a su fin. Pero aún otro detalle. Y otro más. Otra pincelada, otra flor a punto de germinar en la rama del almendro. Otro rayo de luz alumbrando las hojas, otro trazo de nube sobre el cielo de febrero.

El sol hacía brillar el suelo del estudio, sorprendentemente limpio, y las virutas de polvo que flotaban en el aire se convertían en lluvia de oro sobre los caballetes oxidados. También las claraboyas del techo de madera de la buhardilla dejaban colarse rayos amarillos que rebotaban en todos los ángulos, en todos los objetos de la habitación. Por eso lo eligió el pintor años atrás, y no compró cortinas para no caer en la tentación de vivir de noche y dormir de día, aunque desde el primer momento sabía que dormiría más bien poco, más bien nada.

Y así, entre las ojeras de la vida, miró de reojo su obra, el óleo aún húmedo, reflejando como un espejo el otro lado de la ventana. Se acercó al marco de madera para llevar los ojos al modelo, y arrugó la frente en un momento de lucidez y de intriga: no recordaba otro enero con los almendros ya en flor. Luego supuso que el milagro de la vida era más grande que el milagro de su mente y se dio cuenta de que por eso no lo podía comprender.

Con el pincel aún mojado de azul comenzó a escribir sobre papel: "Unas ramas de almendro para el pequeño Vincent. Mi querido Teo, como ves el trabajo ha ido bien últimamente. Aquí mis últimos óleos, convertidos ahora en ramas que florecen, aún en pleno enero. Compruébalo, porque este es para mí el más puro de los lienzos, el que he trazado con más paciencia, el de las pinceladas más seguras. El pequeño Vincent me inspiró la armonía y la quietud que necesitaba. El pequeño Vincent será toda mi paz..."
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Porque así es el amor...



Los han encontrado en Mantua, en Italia, en la ciudad donde fue desterrado Romeo después de ver por última vez a Julieta con vida. Y llevan abrazados más de cinco mil años, desde el Neolítico. Casos como este me recuerdan que, a veces, el amor puede ser más fuerte que el "hasta que la muerte nos separe".

:-)
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Sin más


(...)

Se miraron. Les brillaban los ojos y les brillaba la risa. De repente la atmósfera se había vuelto extraña y ligera, un aire distinto les envolvía. Era como un viaje al pasado, al país de quien aún no conoce el desamor. Se rieron de si mismos una vez más, tal vez después de tanto tiempo era la primera vez que se reían así, cara a cara, él de ella, ella de él. Y era probable también que, por primera vez, no se entendieran. No se preguntaron por qué, ni cómo, ni qué, porque no hubiesen encontrado la respuesta, ni siquiera en lo más escondido de sus corazones. Sus corazones, en carne viva, más vivos que nunca y, sin embargo, tranquilos. Latiendo a ritmo, como si nada hubiera ocurrido.

Se acordaron de aquellos otros besos, los de la primera noche, los de cuando críos. Unos besos que al final les habían dolido, que al final habían pesado demasiado, que se habían vuelto parte del olvido, como todo lo demás. Y recordaron sus corazones en aquella ocasión, y comprendieron que aquellos fueron besos de bienvenida, y estos lo eran de despedida. Por eso, por si no volvían a verse jamás, por si la vida no volvía a ponerles al lado una noche junto al quicio de la puerta, no se atrevieron a romper el abrazo. Se hablaron en susurros, las bocas pegadas, se miraron las almas a través de las pupilas, y descubrieron que, aunque fuese una locura, aunque fuese un imposible, seguían siendo parte del otro. Y, sí, creo que fue precisamente aquello lo que paró el mundo bajo sus pies, lo que produjo un frenazo de sus corazones, lo que congeló el tiempo en sus manos.

Boca arriba en sus camas, tardaron aún un rato en dormirse. Cada uno lo había visto en los ojos del otro, y estaban seguros. Una vez habían engañado a la vida, se habían separado, se habían abandonado aún a sabiendas de que no estarían completos ya nunca más. Ninguno se acordaba ya de aquello, pero sus ojos, sus bocas, sus besos, la luna de ese día se lo habían recordado. Sus almas habían sido inventadas para cruzarse, para juntarse, para mezclarse. Lo sabían. Lo supieron entonces y lo habían vuelto a saber ahora. Y, como aquella vez, lo dejaron pasar, sin remedio, sin vuelta atrás, sin final, sin más.

(...)
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Sofía


Un homenaje a Sara y al que es, hasta ahora, su mejor trabajo como directora.
Un homenaje a Sara, pequeño proyecto de gran cineasta.
Un homenaje a Sara, por empezar tan pronto a conocer su futuro.
Un homenaje a Sara, por mezclar su guitarra con su cámara, con sus pensamientos, con mis ideas.
Un homenaje a Sara, por haber descubierto el valor de una claqueta.
Un homenaje a Sara, que se descentró de todo y se centró en el cine.
Un homenaje a Sara, que hace tiempo que dejó de ser Sarita.
Un homenaje a Sara, porque ahora, además de Sara, también es Sofía
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Veo el ojo que me mira, no sé qué esperáis de mí. Yo que muero cada día que tú te olvidas de mí... Soy un pez en una jaula, lo que quiero y lo que no, soy todo lo que me pasa... Tú me ves, yo no... (Fito&Fitipaldis)

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