Pero cuando iba a salir, el espejo de la entrada le devolvió su imagen de príncipe venido a menos, con el mismo disfraz de cada año, tan gastado y tan ajado, que más bien parecía un traje de mendigo o de bufón. Y Ella brillaría en medio del baile, como una princesa de cuento, con su vestido nuevo, con su peinado perfectamente medido, con sus zapatos aún por estrenar. Así que sintió vergüenza, retrocedió hasta quedarse sentado en su viejo colchón, manoseando el antifaz que no se había atrevido a encajar en su cara todavía. El tan esperado baile de máscaras había empezado hacía rato. Pero Joel estaba paralizado y triste, seguramente las dos cosas formaban parte de una misma sensación.
Días después, perdida su oportunidad, Joel decidió salir por fin a la calle: todavía llevaba su roído antifaz en el bolsillo. Al pasar por delante del buzón, vio que algo asomaba y abrió la portezuela. El antifaz que había llevado aquel día Ella, con las puntillas ya amarillentas por el paso del tiempo, estaba allí. Parecía que había envejecido cien años, más estropeado aún que el suyo. Con un alfiler le habían prendido una nota, tal vez para disimular alguna mancha o algún remiendo:
"No me atreví a ir al baile con un disfraz tan viejo. Tal vez sea mejor que, si volvemos a vernos, lo hagamos tal cual somos, sin el engaño del carnaval".
Buscó a Ella por toda la ciudad, y la encontró sobre un puente, mirando su reflejo en el agua. Sintieron vergüenza de haber sentido vergüenza, pues realmente ambos eran más bellos ahora que no llevaban disfraces. El alfiler que había sujetado la nota sirvió para unir los dos antifaces: los dejaron caer, unidos y lentos, sobre el canal, trazando círculos por el aire como dos oxidados bailarines, hasta acabar flotando entre las hojas y dar por concluido aquel baile de máscaras.
Un relato parecido hubo por aquí esa semana, pero me gusta y sobre todo me enamora este final por lo visual que es. "El alfiler que había sujetado la nota sirvió para unir los dos antifaces: los dejaron caer, unidos y lentos, sobre el canal, trazando círculos por el aire como dos oxidados bailarines, hasta acabar flotando entre las hojas y dar por concluido aquel baile de máscaras"
Precioso! :)
Y coincido con Jara, el final es increible!
Yo coincido con mis compañeros predecesores y te digo que me ha gustado mucho el final, esos antifaces como una pareja real más.
Maravilloso.
Besos
Muy bonito, Virginia, un cuento de hadas. Y las chicas siempre más atentas, Ella sí sabía dónde nuestro héroe vivía ;)
Saludos.
Esa coma buena en la frase de la semana. Me gusta que la gente entre en el juego, y tú lo has hecho desde la primera frase, y sin tapujos.
:)
Es música in crescendo, como si cada nota desprendiera una coraza de tantas que van sobreponiéndose al ser como se es.
El momento del puente es sublime, no ya por el simbolismo de amor que une aquel alfiler, sino por lo que sobre el mismo puente tiene lugar:ellos tal como son.
Un abrazo!
muy bonito, me gusta mucho la imagen de los dos antifaces juntos
Jara, vaya, no sabía que había otro parecido, la verdad es que no he podido leer todos...
Mi parte favorita también es el final :)
Paula, muchas gracias!!
AdR, gracias, como le decía a Jara, también es la parte que más me gusta... le di unas cuantas vueltas a cómo hacer bailar a las máscaras...
Gabriel, ya ves que así es! ;) Sí, tiene un poco de cuento de hadas :)
Popi, gracias! Me gusta jugar así, desde el principio y las claras ;)
Carlos, muchas gracias! Me gusta eso que dices de que es música... sonaba algo en mi cabeza mientras escribía :)
Santamaría, gracias, me parecía algo bastante visual, los antifaces bailando por el aire, y parece que acerté al incluirlo :)
Muchas gracias a todos por pasaros y comentar!
Besos