Ese tiempo que tanto nos obsesiona en realidad importa lo mínimo. Lo bueno del tiempo es que cuando se nos acaba, vuelve a empezar otro tiempo, aunque sea para otra cosa. Siempre hay tiempo para dar la vuelta al reloj de arena y dejar que vuelva a caer grano a grano. Siempre hay tiempo para alguna arruga más, y para que alguien interprete esa arruga como una señal de que hasta el tiempo se queda contigo. Siempre hay tiempo para volver a perder el tiempo, porque seguro que en algún momento recuerdas donde lo habías dejado, y lo encuentras y lo recuperas. Siempre hay tiempo para ser impaciente mientras esperas y para volverlo efímero por las mañanas y eterno por las noches. O para volver a poner en hora el reloj en el momento preciso, en el que más te convenga.

Así que, ahí vamos, con otro tiempo, con otro año al que se le han escapado cinco días. Cinco días menos de este año que acaba en nota de sobresaliente -aunque haya empezado con suspenso para demasiados-. Pero tranquilos, quedan otros 360 días para aprovecharlos. No es un mal regalo de reyes (¿quién que no sea mago tiene tanto tiempo para regalar?). Será que, una vez más, hemos sido buenos...

2 miradas

1. María on 7 de enero de 2009, 14:53

   A lo mejor no hace falta un reloj de arena, basta con tener uno en la muňeca en el que el tiempo vaya para atras, no? ;-)
   
   Asi no importa que el tiempo se escape, lo dejas irse entre los dedos de las manos, y cuando quieras recuperar un poquillo, te cambias el reloj de muňeca y todo vuelve a empezar.
   
   Pero vamos, que un buen proposito para el aňo nuevo seria olvidarse de una vez de tiempos, espacios, relojes, y si quiere pasar, que mejor pasee contigo :-).

    
2. Virginia Vadillo on 9 de enero de 2009, 12:50

   Sip, lo del reloj que va para atrás es una gran idea, de qué me suena? ;)
   En fin... el tiempo que no es más que una excepción vital... nananana... y a mi se me detiene en tu ombligo... nanana...
   (podría hacer un post con cada frase de la canción!! XDDD)