Orange Green Pink

El ojo que te mira

Rápido!


No sé si es lo que más me gusta o lo que más odio de Madrid, pero el caso es que si tuviese que definir la ciudad con una palabra diría RÁPIDO. O prisa. O estrés. O algo así.


Madrid 2008 from Timelapses.TV on Vimeo.

La musiquita es un poco rayante, pero el vídeo refleja esa sensación de velocidad del día a día, me gusta mucho como está hecho.

Me encanta a la velocidad que sale disparado el metro, y los aviones, que tardé un buen rato en saber qué eran (me parecían estrellas fugaces!! XDD). A veces no se sabe muy bien si se ven nubes o humo, pero eso también pasa a la velocidad normal de las cosas!

¿Os dais cuenta de que los coches van igual de rápido por la M-30 que por Gran Vía o Castellana? XDDDDD
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Dedos de escarcha


Tenía los dedos de escarcha, como puras estalactitas colgando de sus manos. Él lo sabía desde el principio pero, aún así, tenía ganas de abrazarla cada vez que se cruzaban. El día que besó su cuello tuvo miedo de que al tocarle, con el calor de su pecho, sus dedos comenzaran a derretirse y que a los dedos les siguiera el resto del cuerpo. Se la imaginó desapareciendo a sus pies como un charco de lluvia, o evaporándose y convirtiéndose en nube. Así que aquella noche la miró desde el balcón mientras se alejaba calle abajo, en silencio.

Al día siguiente, ella le habló de las ventajas del riesgo. Sentados frente a frente en el borde de la cama, se cogieron de las manos, se entrelazaron los dedos, sus dedos de escarcha con los dedos de carne de él.

Tenía razón: sus manos no aguantaron el calor. Pero se equivocó al pensar que desaparecería. Se abrazaron y la escarcha de ella se fundió lentamente con la piel de él, primero en los dedos, y luego en todo lo demás. Cuando despertaron ya era imposible saber quién era quién, y la escarcha y el calor se habían vuelto irreconocibles.

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Tú duerme...


-Tú duerme, ya veremos si despiertas.
Oyó el crujir de la puerta al cerrarse y sintió un escalofrío. Hacía tiempo que no dormía. Se quedaba traspuesto a ratos, sí, y daba cabezadas para no volverse completamente loco, si es que no lo estaba ya. Pero aquella maldita frase se repetía cada noche. Sus labios la susurraban, dando por hecho que él no podía oírla. Y luego cerraba la puerta despacio y sus tacones tintineaban contra las baldosas del pasillo.
Hacía meses que le vigilaba, y estaba convencido de que no podría escapar. Tarde o temprano no despertaría. Y había llegado a la conclusión de que era mejor no esperar más, así que cogió aire y suspiró, casi de alivio, al cerrar por completo los ojos, al dejar la mente en blanco, al saber que al fin era el momento de descansar. Estaba tan débil que no tardó más de dos minutos en desligarse del mundo real.
Por primera vez desde que llegó a la casa, aquella noche no oyó sus tacones golpeando de vuelta la oscuridad de la noche unas horas después. En realidad, daba lo mismo: cuando decidió abandonarse al sueño sabía que lo más probable era que no volvería a oír nada más.

{He conocido unos foros que se llaman
El CuentaCuentos, y me he apuntado:
ellos te dicen la primera frase y
tú escribes con ella un relato.
Este es el primero. Me gusta el juego! =)}

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Ser poeta o ser basura


Es dificil explicar por qué, pero el concierto de Extremoduro fue muy distinto y muy superior a todos los que había visto hasta ahora. No es ni de lejos mi grupo favorito, pero supongo que 20 años a la guitarra y once discos pesan mucho, y eso se nota.

Quince mil personas (dicen las agencias), un montón de temazos de los de siempre, muchos saltos y mucho sudor cerca del escenario... pero lo que me apetece contar es lo que para mí lo hizo diferente, y grande.

No sé vosotros, pero yo nunca había visto un cantante que se permita el lujo de despedirse antes de que acabe el concierto. Y sí, ese es el Robe. Empiezo por el final, porque a lo mejor así se entiende de lo que hablo: termina el bis, Robe se descuelga la guitarra y sale del escenario diciendo adiós con las manos. Y deja dar rienda suelta a Uoho. Serían diez minutos de solo de guitarra, de carreras por el escenario, de piques con el batería, de todo el equipo técnico bailando en el escenario. A mí esas cosas me rayan, pero no cuando a la guitarra está Uoho.

Ese sonido a Platero es inimitable, inigualable e inalcanzable. Por lo mismo que aquella vez que escuché Por mí (¿tendría 13, 14 años? Me lo pasó Blanca una tarde, cuando salíamos de natación) supe que me quedaba con eso y desechaba a Ricky Martin. Y allí está él, Iñaki Antón, dando patadas a los micros, subiéndose a la batería, y recibiendo aplausos bajo los focos cual dios.

Y eso me lleva a otro momento: al de Robe, diminuto en un escenario gigante, iluminado en amarillo y con los 15.000 abajo preguntándole a gritos cuánto más necesita para ser dios, dios, dios.

Y los gritos me llevan a otra cosa, la más impactante para mí: en todos los conciertos que he visto en el Palacio de los Deportes, nunca se había dado el caso de que la gente gritase más alto que el cantante. Aquí sí. "Tan, tan, llaman a la puerta otra vez, ya va, quién es". Me quedo con esa frase. Fue sentir dentro, más alto que los golpes de la música, los golpes del público. Mereció la pena.

Al final ha quedado esto muy largo y no he contado ni una mínima parte de cómo fue. Pero bueno, para no aburrir, lo resumo con una frase que, curiosamente, no es de Extremo, aunque podría ser, sino de un cantautor, Carlos Chaouen: Esta noche, que es un año en el infierno. Aunque es posible que el concierto nos cueste varios años en el infierno. No importa, a lo mejor también conseguimos engañarle, como Evaristo.

Si queréis datos más fiables, canciones y eso, os recomiendo la crónica de Diario Crítico (de donde he sacado la primera foto, la otra es de EFE) o la de Soitu porque casi todos los demás medios han hecho informaciones del concierto del viernes en lugar del sábado. Perdonad por los vídeos, son muy malos... supongo que no es fácil grabar nada en medio de esa locura!

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Sucede


Cuarenta y ocho horas después de las palmaditas en la espalda, unos ribeiros de por medio, y cuarenta y ocho horas antes de la gran descarga, me enchufo al YouTube y lo veo claro, aunque sea por casualidad:

Sucede que me canso de ser...
sucede que me canso de su piel y de su cara...
Empiezo a solas,
sigo por ti
y no comprendo nada,
desato tormentas sin rechistar,
sácame algún día del corral, necesito salir...
.

Menos mal que al final siempre sucede que se me ha alegrao el día...

Lo cierto es que si estoy quemada siempre escondo un corazón helado, aunque esta vez no me siento mejor si sé que tengo una estrellita pequeñita pero firme...

En fin, escuchad, saltad y desahogaos. No hay como sudar, saltar, cantar a gritos, para desahogarse. Luego, después de que ese sudor lo haya limpiado todo, las cosas se ven de otra forma. A mí me pasa.


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No digas nada...



No digas nada, no serás capaz de explicarlo. Guarda silencio y respira. Es imposible que me cuentes, que me digas, que respondas, que lo aclares. Guarda silencio: yo tampoco sé, yo tampoco entiendo, yo tampoco puedo decirlo en voz alta. No intentes expresarlo, mejor guarda silencio. No digas nada: la palabra te quiero no está en el diccionario...

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En la espalda de la vida


Me habló de aquella tarde como quien escribe cuentos en la espalda de la vida. Desde cualquier otra boca, aquellas palabras me habrían parecido mentira o, por lo menos, solo una verdad a medias. Pero su voz sonaba en ese tono exacto en que cualquiera habría puesto la mano en el fuego por él. Me dije que si alguna vez tenía que recordarlo, primero escucharía su voz. Me dije que si alguna vez dejaba de quererle, a lo mejor a mí también me sobrarían los cinco sentidos. Y todo lo demás me lo dijeron sus manos. Me asustó que el momento presente fuera a veces tan real porque, a veces, lo que creemos más real se vuelve sueño. Al final, me olvidé por completo de cerrar los ojos porque al ver mi reflejo en su risa me di cuenta de que casi siempre lo mejor es seguir mirando, y mirando y mirando...

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Te dejo


Pero el día amanece
y nada me parece
la mitad de perfecto
como cuando tú estabas aquí...
{M-Clan}


Te dejo. Te dejo que me des el beso de buenas noches en cualquier lugar entre tus labios y mi piel. Te dejo que me acaricies hasta que se me ponga la piel de gallina con cada uno de tus gestos. Te dejo que me enredes el pelo entre tus dedos. Te dejo convertirte en lo último que vea antes de quedarme dormida y en lo primero que bese cuando suene el despertador. Te dejo colarte entre los huecos de mi vida, o entrar en ella a puertas abiertas, hasta que la llenes y la invadas. Te dejo que me hables al oído, que te mires en mis ojos, que rodees mi cintura, que pasees por mis sueños. Y que el sueño seas tú mismo. Te dejo que te enfades y te rías, que hagas preguntas para no ser nunca contestadas, que respondas antes de oír las dudas. Te dejo que te quedes esta noche, y todas las noches, hasta que te quieras marchar. Te dejo que te marches y me des el gusto de esperarte de nuevo. Te dejo que me esperes. Te dejo que me beses. Te dejo que me abraces. Te dejo que me pienses. Te dejo que te dejes. Te dejo que me quieras, si tú quieres.
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Veo el ojo que me mira, no sé qué esperáis de mí. Yo que muero cada día que tú te olvidas de mí... Soy un pez en una jaula, lo que quiero y lo que no, soy todo lo que me pasa... Tú me ves, yo no... (Fito&Fitipaldis)

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