Hay un segundo de silencio y de tensión, las luces apagadas, el corazón casi parado para no permitir que nada estropee el comienzo. Los ojos expectantes y, de repente, un foco se enciende con un golpe seco y el público empieza a gritar. Un solo de batería se adueña de cada rincón del recinto, poniendo a prueba su acústica, y se mezcla con las guitarras, con un bajo sediento de sudores y aplausos, con la voz desgarrada, coreada por las gargantas que cubren hasta donde su vista puede alcanzar. El escenario vibra y la música, el ruido ensordecedor de la mezcla de instrumentos le recorre el cuerpo, le retumba en los pulmones y le aprieta el corazón. Pero a su voz ya no hay quien la pare, los saltos de la multitud se funden al unísono con cada nota y esa sensación, la de que todo suena, la de que las cuerdas de su guitarra no aguantarán hasta el final, la de que las letras que salen de su boca son más que un sueño y más que un ruido infame, como tantas veces le había dicho su papá, es la que le hace seguir, sentir, temblar.Más cositas sobre Ruidos


Me encanta esa sensación =)
Y al igual que la música se adueña de nosotros en un concierto, tú te adueñas de nosotros con lo que escribes!! ^.^
Un beso ruidoso!! :P
Siiii!! A mí también me encanta!!!! sentir la música dentro, es genial!!
besos!