Mira...
Está debajo de tus pies...

... y ahora eres mi mundo, el mundo, y todo lo que me rodea se reduce a ti. Eres mi todo, lo eres todo, y cuando te abrazo siento que el mundo es para mí... sólo para mí...

... y ahora eres mi mundo, el mundo, y todo lo que me rodea se reduce a ti. Eres mi todo, lo eres todo, y cuando te abrazo siento que el mundo es para mí... sólo para mí...

...te diría que tengo sólo el tiempo justo, sin embargo tengo todo el tiempo del mundo...


De un salto baja de la acera, el primer sol de la mañana le azota en las pestañas y por los cascos sale música pastelona de cantautor, especial para quinceañeras. Sube el volumen. Tararea. La faldita a cuadros del uniforme ondea a cada paso con la música, que se para de repente. Clic, clic. El MP3 está apagado. Clic. No enciende, ¿por qué? Se enfada, lo agita, lo mira. Clic, clic, clic. Lo agita más fuerte, y funciona de nuevo. Para, se ahueca el pelo con la mano y mira al cielo, como si respirase los rayos tenues de ese sol de primavera que lucha por vencer a las nubes. Luego, un claxon desesperado, un frenazo, las marcas de neumático grabadas en el suelo. A pesar del golpe contra el paso de peatones, el cantautor sigue a lo suyo.Veo el ojo que me mira, no sé qué esperáis de mí. Yo que muero cada día que tú te olvidas de mí... Soy un pez en una jaula, lo que quiero y lo que no, soy todo lo que me pasa... Tú me ves, yo no... (Fito&Fitipaldis)
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