dic
01
Llamó varias veces, con insistencia, hasta que sintió que se le estaban despellejando los nudillos. Quería saber si había algo por lo que preocuparse al otro lado, pero fue imposible y tuvo que pasar de largo. Antes incluso de la traición, ella había decidido cerrar a cal y canto su conciencia.
nov
22
Buena gente de nuevo por estos lares.Increíble, pero cierto, como siempre.
Tenéis que conocerlos :)
nov
17
Yo era un tipo bastante normal, ya me entiende. Con mis rutinas y mis pequeños vicios cotidianos. Nada importante, claro: algún cigarrillo al calor de lo prohibido, dentro del cuarto de baño, y lo de las fotos. Lo de fotografiar cosas con números, digo. Ya sabe, puertas de viviendas, plantas de hospital, precios en escaparates, cualquier realidad en cifras. Se lo digo, es una diversión grande, cada uno se entretiene como le parece.Salí con mi cámara y mi paquete de Camel en el bolsillo, como siempre, pero apenas pude caminar, porque enseguida me encontré con Claudia.

Lo de la piel y lo de los dientes no lo sabía entonces, por supuesto. Y se imaginará que tampoco sabía su nombre. De eso me enteré más tarde, en la casa, porque cuando la fotografié las primeras veces aún no nos conocíamos. Y tenía razón, debí haberme presentado antes de soltarle aquel flashazo en la cara, a veces me precipito, soy un hombre impaciente, ¿sabe? Creo que de primeras la asusté un poco. Luego le conté lo de mi afición por la fotografía, aunque ni siquiera así accedió a venir a mi estudio. Me costó bastante llevarla hasta allí, es tan tosca y tan cabezota.
Bueno, sí, reconozco que fue duro, hasta frustrante, porque ella nunca accedía a acompañarme. Creo que pasaron tres o cuatro meses desde el primer día. Y yo la esperaba a cada momento, la buscaba, la fotografiaba de nuevo. La suplicaba que subiera. Porque no había manera de capturar el maldito número. Y ella, escurridiza, sí, escurridiza, siempre se escapaba. Al final tuve que elevarla por los aires. Era ligera, mucho, es raro, porque es bastante alta, ¿no le parece? Pero lo cierto es que pesaba poco. Aunque se movía y se retorcía con fuerza, aleteaba como un pez fuera del agua. ¿Ya le dije lo de los peces, verdad, lo de las mujeres que se escurren? Sí, sí, se lo dije, disculpe, no quisiera repetirme en eso, pero así era ella.
No dejaba de moverse, realmente me dio trabajo sacar la dichosa foto de su diez, de su sobresaliente, nota máxima, y aún así no parecía contenta, no hay quien entienda a las mujeres. En fin, hice la foto y no he vuelto a verla, ahora voy en busca de otros números, qué esperaba, esto funciona así, nunca repito mis tomas, no me serviría de nada.
Y, ¿dice que ella vino aquí, a la comisaría, a ponerme una denuncia? No sé, espero que pueda aclararme los motivos, no lo entiendo. Tal vez es que quiere su foto... No se preocupe, dígale que se calme, que me dé su correo electrónico, que esta misma noche le mandaré una copia.
nov
05
En una esquina de una sala de la Agencia EFE hay colgada una foto que nadie mira, aunque está viva. Una mujer que entrena más de seis horas al día vuela, se pliega sobre sí misma, se sujeta los pies con las manos y viceversa, y sus veinte dedos rozan el cielo difuminado. Su bañador azul parece una nube más y sus músculos, que sobresalen del cristal y del marco, son el viento huracanado de la tarde. A pesar de su proeza, esta mujer -este pájaro que en pocos segundos se convertirá en pez- no se siente protagonista: se ha quedado a la izquierda de la imagen para que, aunque no haya pie de foto, cualquiera pueda saber en qué momento saltó de un trampolín invisible. Era 1992. A la derecha, borrosa y desenfocada, en segundo plano y sin embargo inconfundible, se alza entre las casitas la Sagrada Familia con sus ocho torres.
oct
29

Pelaban las castañas aplastándolas entre las manos, casi quemándose, porque nadie quería esperar a que se enfriaran, y los dedos se iban tiznando de negro, pero no importaba. Soplaban el fruto arrugado antes de metérselo en la boca y, masticando todavía, iban directos a por el siguiente.
Y poco a poco el invierno iba matando al otoño.
oct
14
Y creo que no hay nada más que añadir...
oct
01
Te miro y pienso en nuestro secreto
Te miro y siento tu piel de fuego
Te miro y rozo a miradas tu cuerpo
Te miro y huelo nuestro deseo
Te miro y corro entre tus dedos
Te miro y bebo beso tras beso
Te miro y respiro, y río, y sol y fuego. Y tiemblo. Y no de miedo.
Veo el ojo que me mira, no sé qué esperáis de mí. Yo que muero cada día que tú te olvidas de mí... Soy un pez en una jaula, lo que quiero y lo que no, soy todo lo que me pasa... Tú me ves, yo no... (Fito&Fitipaldis)
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