Orange Green Pink

El ojo que te mira

Claudia


Yo era un tipo bastante normal, ya me entiende. Con mis rutinas y mis pequeños vicios cotidianos. Nada importante, claro: algún cigarrillo al calor de lo prohibido, dentro del cuarto de baño, y lo de las fotos. Lo de fotografiar cosas con números, digo. Ya sabe, puertas de viviendas, plantas de hospital, precios en escaparates, cualquier realidad en cifras. Se lo digo, es una diversión grande, cada uno se entretiene como le parece.

Salí con mi cámara y mi paquete de Camel en el bolsillo, como siempre, pero apenas pude caminar, porque enseguida me encontré con Claudia. El número se le veía de lejos: un diez, sobresaliente. Fotografiarla, comprenda usted, se convirtió en algo inevitable. Me acerqué y click, click, click... parecía que el disparador se pulsaba solo, era tan fácil. Y, aún así, no logré de primeras agarrar el número. Me costó bastante, no se crea, hay mujeres escurridizas como peces, y Claudia, con su piel de fruta madura y con sus dientes a punto de tirarle un bocado a cualquier cosa, era una de ellas.
Lo de la piel y lo de los dientes no lo sabía entonces, por supuesto. Y se imaginará que tampoco sabía su nombre. De eso me enteré más tarde, en la casa, porque cuando la fotografié las primeras veces aún no nos conocíamos. Y tenía razón, debí haberme presentado antes de soltarle aquel flashazo en la cara, a veces me precipito, soy un hombre impaciente, ¿sabe? Creo que de primeras la asusté un poco. Luego le conté lo de mi afición por la fotografía, aunque ni siquiera así accedió a venir a mi estudio. Me costó bastante llevarla hasta allí, es tan tosca y tan cabezota.

Bueno, sí, reconozco que fue duro, hasta frustrante, porque ella nunca accedía a acompañarme. Creo que pasaron tres o cuatro meses desde el primer día. Y yo la esperaba a cada momento, la buscaba, la fotografiaba de nuevo. La suplicaba que subiera. Porque no había manera de capturar el maldito número. Y ella, escurridiza, sí, escurridiza, siempre se escapaba. Al final tuve que elevarla por los aires. Era ligera, mucho, es raro, porque es bastante alta, ¿no le parece? Pero lo cierto es que pesaba poco. Aunque se movía y se retorcía con fuerza, aleteaba como un pez fuera del agua. ¿Ya le dije lo de los peces, verdad, lo de las mujeres que se escurren? Sí, sí, se lo dije, disculpe, no quisiera repetirme en eso, pero así era ella.

No dejaba de moverse, realmente me dio trabajo sacar la dichosa foto de su diez, de su sobresaliente, nota máxima, y aún así no parecía contenta, no hay quien entienda a las mujeres. En fin, hice la foto y no he vuelto a verla, ahora voy en busca de otros números, qué esperaba, esto funciona así, nunca repito mis tomas, no me serviría de nada.

Y, ¿dice que ella vino aquí, a la comisaría, a ponerme una denuncia? No sé, espero que pueda aclararme los motivos, no lo entiendo. Tal vez es que quiere su foto... No se preocupe, dígale que se calme, que me dé su correo electrónico, que esta misma noche le mandaré una copia.

foto
11 miradas | Lo ha visto Virginia Vadillo

Etiquetas: Cuentos edit post

11 miradas

  1. Nahus on 17 de noviembre de 2010, 15:21

    Jodó, pone los pelos de punta.

    Pero está escrito increíblemete bien. Me fascina.

     
  2. Gabriel Bevilaqua on 18 de noviembre de 2010, 6:09

    Excelente, Virginia: se mantiene la tensión y el deseo de saber qué va a pasar hasta el final del relato. Yo preví que le estaban tomando declaración porque usé un tono parecido en un relatillo. Enhorabuena.
    Ahora el tipo era un listillo o realmente veía el número en la chica... Ya sé, ya sé, no lo digas, es a gusto del lector ;)

    Saludos.

     
  3. Pablo Gonz on 18 de noviembre de 2010, 13:30

    Es uno de esos relatos en que el misterio se dosifica tanto que al final sirve como excusa para desplegar una prosa ágil que se disfruta mucho. Arrastra lo justo y se entretiene lo justo: muy orgánico y agradable de habitar.
    Abrazos fuertes, Virginia.
    PABLO GONZ

     
  4. Nel Morán on 18 de noviembre de 2010, 18:31

    Me sigues encantando con tus relatos. Cada uno es una sorpresa en su desarrollo.

    Blogsaludos

     
  5. Pugliesino on 18 de noviembre de 2010, 20:26

    Lo leí anoche, ya tarde, y sabes? :) esta mañana veía números! los de matrículas, de los portales, el del semáforo avanzando, el tlfono de un anuncio, los precios, pero no era lo mismo, faltaba la tensión, la escalofriante tranquilidad del cazador de números en su declaración!

    Muy bueno, un abrazo ("un" no es un número! xd)

     
  6. AdR on 20 de noviembre de 2010, 19:19

    Qué buena cadencia tiene tu relato. Parece un cortometraje.

    Besos

     
  7. Jéssica Vilardi on 22 de noviembre de 2010, 6:17

    Me fascina. Lo mantiene a uno al tanto de todo, con un toque de misterio. La personalidad de aquél fotógrafo es sin duda, interesante.

     
  8. Virginia Vadillo on 22 de noviembre de 2010, 9:56

    Nahus, muchas gracias, exagerado!
    Un beso!

    Gabriel, gracias, yo también creo que el tono se podía adivinar, aunque quizás también lo había usado antes... En esta ocasión, yo le creo, seguro que de verdad veia el número, pobre incomprendido! ;)
    Besos!

    Pablo, me encanta eso de que es habitable! Muchas gracias!
    Un beso!

    Adivín, Muchas gracias! Vuestros comentarios, tan amables, sí que son una sorpresa!

    Carlos, y dices que "un" no es número?? jejeje, ve con cuidado, que veo que estás viendo muchas cosas!! ;)
    Besos!

    AdR, jeje, la verdad es que yo también lo había visto un poco en fotogramas...
    Un beso!

    Jess, muchas gracias y bienvenida! Interesante, jeje, no lo habría definido mejor! Espero seguir viéndote por aquí!

    Gracias a todos por los comentarios!

     
  9. Torcuato on 22 de noviembre de 2010, 17:44

    Muy bien, Virginia. Me has mantenido ansioso hasta el final.
    Un beso

     
  10. Elisa on 22 de noviembre de 2010, 18:05

    A mí también me gustó mucho, Virginia. Vaya morro que se gastaba el tipo.

     
  11. Virginia Vadillo on 1 de diciembre de 2010, 13:30

    Torcuato, gracias! Me alegro de que quede esa cierta sensación de no saber qué está pasando...

    Elisa, si es que hay cada uno con unas excusas que tela!! ;)

    Gracias a los dos por pasar por aquí!

     


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Veo el ojo que me mira, no sé qué esperáis de mí. Yo que muero cada día que tú te olvidas de mí... Soy un pez en una jaula, lo que quiero y lo que no, soy todo lo que me pasa... Tú me ves, yo no... (Fito&Fitipaldis)

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