Me pasa muchas veces que los grupos me gustan hasta que se hacen muy famosos. A lo mejor es porque luego la diferencia de alturas se hace demasiado grande.
Los conciertos de Chaouen tienen un poco de magia por eso. La sala se llena, pero no se llenarían Las Ventas, supongo. Así que siempre estás cerca del escenario. O le ves ensayando. O puedes levantarte y dejarle una lista de canciones al lado del cubata. O te lo cruzas en la cola del baño y te da tiempo a decirle (y a que te diga) un par de frases.
Siempre he pensado que la música es un poco parte de quien la escucha, como la poesía de quien la lee. Las palabras se te quedan dentro, así que la canción pasa a formar parte de ti, y ya no te puedes desprender de ella jamás. Y cuando oyes su voz diciendo lo de que tiembla por los latidos que tú provocas, sabes que en parte es por tus propios latidos, y sabes que en parte tú también tiemblas por los suyos.
Así que, si vas al concierto, y la música te llega, esa música ya es parte de ti. Esa canción te aporta un trozo. Y los punteos del bajista te aportan otro trozo. Y los cambios con la canción original otro. Y otro más el cantante.
Pero entonces, si la música se vuelve parte tuya... ¿eres tú también parte de la música?
No me lo creo mucho, pero algunos hasta dan las gracias por eso...
Psché, sí, Chaouen estuvo bien...
Pero qué maja la chiquilla ^^
Buena reflexión.
Sarg, anda que... :P
Gracias, David =)