Tu contestador. Otra vez ese contestador que siempre salta en el momento más inapropiado, cuando ya tengo pensadas las palabras que voy a decirte, las respuestas a tus preguntas, las frases para tus silencios, y las caricias que mis palabras quieren hacerle a tu oído. Y otra vez has dejado el contestador. Lo haces a propósito y lo sé. Para que me desespere. Porque sabes que colgaré sin dejar mensaje, y así tú te ahorras tres minutos de frases entrecortadas y yo me guardo tres minutos de lo que te quiero decir y no puedo. Consciente como eres de que jamás voy a hablarle a una máquina y, sin embargo, aquí me tienes, en medio de la desesperación, grabándote unas palabras que, tal vez, con un poco de suerte, se borren antes de que se te ocurra oírlo. Y ya ves, tres minutos de nuevo hablando al vacío, con frases a medio hacer y olvidándome ya de que lo realmente importante ahora era decirte que desisto, que se acabó, que no puedo contigo. Que me has ganado la batalla, que no tengo nada que alegar, que te subas tú al podio, que me rindo. Y que acepto, que allá voy, que esta vez no pienso dejar que te escapes por nada del mundo. Que te abrazaré noches enteras bajo la lluvia, acariciando tu pelo y bebiendo de tus labios, y me da igual lo que opines, porque es tu culpa. Es tu culpa que te ame, es tu culpa el temblor en mis manos cuando agarro tu cintura, es tu culpa los latidos en mi pecho cuando te acercas a mis labios y me besas y tu sonrisa embruja el ambiente y haces que se estremezca la piel. Así que, tú te lo has ganado. Te has ganado que quiera estar contigo a cada instante, que vaya a darlo todo por una sola de tus miradas y que no me quede ni la menor duda de que es contigo con quien quiero despertarme mañana, a quien quiero dar el beso de buenos días, y llevar el desayuno a la cama, y -guiño, guiño- ya me lo agradecerás después como tú sabes. No digas nada, y no repliques nada. No pongas peros, no tienes derecho: tú has querido que sea esta máquina infernal la que descuelgue el teléfono, así que no te queda más opción que escuchar en silencio, y aceptar. No hay tiempo para los reproches, ni para las preguntas, ni para los miedos... no hay tiempo para dar un paso atrás. Cuelgo y salgo por la puerta y, tenlo claro, voy a pasar la noche entera besándote, para que no puedas decir nada, para que no me puedas reprochar. Y mi siguiente meta en la vida será acabar con todos los contestadores que hacen que, lo que tendría que haberte dicho a ti, se lo haya contado a una máquina de vacío y metal.

El color especial... El duende.... El olor a azahar.... Su gente.... La Giralda de noche.... La luna sobre el río, entre la Torre del Oro y Triana... El Silencio.... La Esperanza de Triana... La Macarena..... El Gran Poder... El Cachorro..... Nazarenos, capuchinos, penitentes, capiruchos.... Bolas de cera.... El coche de caballos...... El parque de María Luisa.... La Plaza de España... El asiento de Cáceres..... Parque Alcosa... El Prado.... Las vías del tranvía... La ribera del río... El puente de Triana.... Cansadas... Al alba... Lo nuestro... Pijazos.... Sevillanas... Palmas.... Sal a bailar que tú lo haces fenomenal.... Quilla, morena, mi arma.... Churros (sin azúcar)... Pollo asado.... Pizza Hut... Palillos chinos... Los tíos..... Buchito.... Cosita... Porque mi guitarra está completamente enamorada de ti.... Bamboleo... A la puerta de Toledo.... Aliños... Ducha caliente.... Calle Betis... El balcón de Paquirrín... El mapa....

¡Pasadlo bien y sed buenos! Yo haré lo mismo desde Zevilla ;)



¡Nos vemos el lunes!

Y se han llevado todos los oros en los europeos de natación sincronizada: el de equipos, el combo, el de parejas, el individual... ¡no es para menos!

Ya lo he dicho por aquí, pero sin duda, el mejor deporte es la natación sincronizada!! =D

Kutxi suele decir en los conciertos que ellos están ahí arriba porque nosotros estamos aquí abajo, y no al contrario. Aunque yo creo que los motivos son un poco de las dos cosas, porque cuando no estaban tan arriba no había tanta gente mirándoles desde abajo, y además era más fácil ponerse a la misma altura.

Me pasa muchas veces que los grupos me gustan hasta que se hacen muy famosos. A lo mejor es porque luego la diferencia de alturas se hace demasiado grande.

Los conciertos de Chaouen tienen un poco de magia por eso. La sala se llena, pero no se llenarían Las Ventas, supongo. Así que siempre estás cerca del escenario. O le ves ensayando. O puedes levantarte y dejarle una lista de canciones al lado del cubata. O te lo cruzas en la cola del baño y te da tiempo a decirle (y a que te diga) un par de frases.

Siempre he pensado que la música es un poco parte de quien la escucha, como la poesía de quien la lee. Las palabras se te quedan dentro, así que la canción pasa a formar parte de ti, y ya no te puedes desprender de ella jamás. Y cuando oyes su voz diciendo lo de que tiembla por los latidos que tú provocas, sabes que en parte es por tus propios latidos, y sabes que en parte tú también tiemblas por los suyos.

Así que, si vas al concierto, y la música te llega, esa música ya es parte de ti. Esa canción te aporta un trozo. Y los punteos del bajista te aportan otro trozo. Y los cambios con la canción original otro. Y otro más el cantante.

Pero entonces, si la música se vuelve parte tuya... ¿eres tú también parte de la música?
No me lo creo mucho, pero algunos hasta dan las gracias por eso...

Se moría de ganas. Como el invierno se muere de ganas de sol y el verano se muere de ganas de respirar. Pero no era una muerte figurada, no era un decir. Sentía que ya no le quedaban fuerzas para nada más, y que las ganas se estaban llevando su vida a toda prisa. Las ganas de dibujar de nuevo el paisaje de una vida en su espalda ancha y desnuda a la hora de dormir. Las ganas de mirar en la dirección que le marcaban sus dedos, de ver a través de sus ojos aquel punto perdido en el horizonte. Las ganas de recorrer con los pies descalzos los mapas tatuados en su pecho. Las ganas de seguir avanzando mientras se para el mundo.

Y luego estaban las ganas que no tenían nada que ver con él, pero que también la estaban matando. Las ganas de volar hacia aquel preciso lugar, y las ganas de encontrar el lugar concreto, el que está marcado con la equis que indica dónde está el tesoro. Y las ganas de sumergirse en medio del mar y volverse sirena. Y las ganas la hierba húmeda rozándole las piernas, y del color dorado que se queda en los hombros cuando se pone el sol. Y las ganas de las noches infinitas de coger estrellas a puñados.

Atada a la cama, sabía que estaba muriendo de ganas, y luchó por romper las cadenas de la razón y del miedo. Le buscó entre los pliegues que dejan los sueños en las sábanas, y las ganas de encontrarle le llevaron hasta él. Y él se dio cuenta enseguida de su muerte inminente. Así que corrió a soltar los lastres de las dudas, y las ganas se revolvieron como vientos escapando de la caja de Pandora. Después de todo, ¿cómo iba a permitir a que las ganas le ganaran?

¿Cómo no conseguirlo? Si tú supieras lo que es ver al sol morirse de ganas de dar de lleno en la pared de un cuarto sin ventanas...

Pedazo concierto, el del cierre de la gira piojosa de los Marea! El día llegó casi sin que me diera cuenta pero el concierto fue totalmente increíble... en fin, vamos en orden!

Aunque cogimos el metro a las 18:30, no llegamos al Palacio de los Deportes hasta las 22:20 más o menos! Dicen que tocaron de teloneros El Portal de Jade, aunque nosotros ese tiempo lo pasamos en casa de Sarg, con nuestro barril de Heineken y jugando a la Oca XDDDD

El Palacio estaba hasta arriba y como he dicho, tampoco llegamos con tiempo de sobra, así que cuando empezó a sonar la moto de Kutxi sobre el escenario, nosotros veíamos poco más que miles de cabezas (dicen que habría unas 10.000) y los focos...

Empezamos Entre hormigones, como en la mitad del terreno, demasiado lejos para enterarnos de algo. Pero a saltos, con la fuerza de Cristian, con las baquetas de Alen golpeando el corazón, con los acordes de César, con los punteos de Kolibrí, con la locura del Piñas, con la voz de Kutxi, con la sonrisa despeinada de ir en contra de los vientos, nos fuimos haciendo hueco entre la gente. Con la camisa rota, seguimos durmiendo solitos, pero cada vez más cerca del escenario...

Así que de repente estabamos preguntándonos quién te ha colgado el mar de las pestañas, tal vez fue Manuela con sus saetas... En fin, Que se joda el viento, porque para cuando salió a relucir el nombre de José Etxailarena, nosotros ya debíamos andar como a diez filas del escenario, siguiendo a Pinchi XDDDD

Llegaba el turno de las colaboraciones: el primero en salir fue el cantante de Iratxo, que nos dejó el Corazón de mimbre. Y después de él, los Sínkope, dándolo todo Por cuatro perras, y los Koma, que desde luego no nos durmieron con su Nana de quebranto.

No recuerdo exactamente cuando fue, pero lo que sé seguro es que para cuando Piñas se hizo con el micro, nosotras ya llevabamos un rato viéndolo de cerca. y al de Sínkope aún lo teníamos lejos, así que supongo que volvimos a encontrar a Laura y Sara (y por lo tanto, llegamos a la primera-segunda fila) cuando Kutxi gritaba que la luna a mí siempre me sabe a poco. O quizás al ver que despertar son mil kilates de gloria bendita...

No estoy segura, lo que sé es que cuando Piñas empezó a vender fracaso como si fuera hierbabuena, uno de los chicos de seguridad nos daba agua desde el otro lado de la valla, y que no podía parar de saltar. Lo mismo que mientras cantaba lleno de Alfires, o cuando anduvo despellejando un corazón en las zarzas de mi voz. En fin, a trasegar....

Y es que además fue un concierto lleno de poesía!! No solo por la de Kutxi (¡¡queeeeee nivel!!! ¡¡cada vez dice más cosillas en los conciertos, y eso moló muuuucho!! =D ). Es que de repente apareció en escena Manolillo Chinato en persona para hacer la introducción de otro pedazo de poema (del más grande, como no!!), Ciudad de los gitanos. Cuando consiguieron volver a encontrarle recitó aquella de "Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando...". Dijeron que El trapecio no estaba en el repertorio... aunque juraría que sí la cantaron en mayo :P

Y qué más decir... que antes del que para mí fue el momento estrella de la noche, fuimos aceituneros, se cansó la mula de la noria, fuimos tan desobedientes como el viento de poniente... y entonces sí, Alen con el cajón, los mismos ojos, la misma luz.... El momento solo podía superarse de una forma (y vaya si se superaron!!!): Carlos Chaouen en persona, guitarra en mano, acompañó a Kutxi en Pan Duro...

Atardece. Te miro a contraluz con tu mar de fondo y tus gestos como olas que van y vienen con la brisa de marzo. Por el visor de la cámara te haces pequeño y difuso, como si fueras una sombra de los rayos del sol. Ajusto el objetivo, y sé que no vas a salir, que la imagen estará quemada, que se verá un punto negro sobre un fondo naranja, y nada más. Pero me gusta mirarte así, como si fueses un espejismo. Como si te fueses a desvanecer en cualquier momento o a apagarte cuando se oculte el sol. Tu risa se mezcla con el aire de la tarde y se pierde a lo lejos, entre gaviotas y peces. Desaparece como tú dentro del sol de las siete. Te veo así, como la imagen amarilla de un negativo que miras al trasluz en la ventana y que sabes con qué foto se corresponde, aunque no distingas nada.

Este finde he pisado playa.

Puede que también nos sirva para el manual ;)